Será cosa de la edad, pero no soy muy de viajar: me canso, me estreso, me agobia el cambio constante. Sin embargo, hay un viaje que recorro gustoso, mochila de hechizos a cuestas: acompañar a Frieren y a Fern hacia el norte. No es un viaje común, ni uno con fechas de llegada claras; es un trayecto cargado de recuerdos, pérdidas y enseñanzas, en el que cada paso es una reflexión sobre lo efímero de la existencia. La temporada 2 de Frieren: Tras finalizar el viaje llegará en enero de 2026, y nos recordará que este camino continúa, pero que no es ni el primero ni el único sendero que podemos recorrer para hacer un viaje fantástico que nos invite a reflexionar. Muy otoñal todo esto…
Un viaje reflexivo entre mitos y fantasía
El viaje de Frieren no es solo geográfico, sino profundamente simbólico. Comparado con otras grandes narrativas del viaje en la fantasía y la literatura, su recorrido ofrece una mirada introspectiva que combina melancolía y aprendizaje. En El Señor de los Anillos de Tolkien, la Compañía del Anillo se forma ante la amenaza de Sauron, y la narrativa impulsa a sus héroes hacia la acción, con batallas decisivas y un antagonista claro. Pero los momentos de introspección prevalecen. En esta misma línea, Frieren transforma la épica en intimidad: su verdadera lucha no es contra un enemigo externo, sino contra el tiempo, la pérdida y la fugacidad de la vida humana. Curiosamente el eje central de las dos aventuras es el de "gente andando". De los aproximadamente 3.000 kilómetros que Frodo recorre desde La Comarca hasta el Monte del Destino, la mayor parte del tiempo lo pasa hablando con Sam y Gollum. Eso supone muchas horas de charla, y la genialidad de Tolkien brilla a la hora de colar importantes reflexiones vitales en esos diálogos y en mezclarlos con peripecias contras orcos y demás.
De los aproximadamente 3.000 kilómetros que Frodo recorre, la mayor parte del tiempo lo pasa hablando con Sam y Gollum
Tad Williams, en su saga Añoranzas y Pesares, también explora la memoria y la melancolía en un contexto épico, y lo hace con sus personajes haciendo un gran viaje. Simon recorre un mundo en crisis, despertando lentamente poderes olvidados mientras lidia con la nostalgia y el peso de eventos que han cambiado su entorno. Como en el viaje de Frieren, Williams depura la fantasía épica para centrarse en la experiencia interior: el viaje se convierte en un espejo del alma y no solo en la sucesión de hazañas. No es nada nuevo, lo de poner el viaje en un contexto épico o fantástico el viaje con la reflexión vital es parte del ADN cultural de la humanidad.
Sa, y Frodo en El Señor de los Anillos
En La Odisea de Homero, Odiseo / Ulises emprende un viaje de regreso a Ítaca lleno de pruebas que forjan su identidad. La nostalgia del hogar, y los encuentros con personajes que evocan recuerdos o fantasmas del pasado, remiten al tono reflexivo de Frieren y sus venturas junto al resto de héroes del pasado. Lo mismo ocurre en el otro extremo del mundo con Viaje al Oeste, la novela china publicada en el siglo XVI durante la dinastía Ming y atribuida a Wu Cheng'en, considerada una de las grandes novelas clásicas chinas y posiblemente la obra literaria más popular de Asia Oriental: los desafíos, los encuentros con seres fantásticos y las enseñanzas adquiridas a lo largo del camino reflejan la mezcla de aventura y aprendizaje interior que caracteriza a Frieren. De aquí a saltar a hablar de un viaje en busca de siete Bolas de Dragón hay un nada. La diferencia es que mientras Homero ensalza la astucia y la resistencia física, y Viaje al Oeste celebra la perseverancia y la sabiduría espiritual, Frieren pone el acento en la empatía, la reflexión y la aceptación de la pérdida, y es que el punto que diferencia esta nueva historia en comparación con estas historias más clásicas es que su viaje tiene lugar después del viaje principal: ya has vivido tu gran aventura, y lo que te ha quedado es la sensación de pérdida.
Una premisa única: la aventura después de la derrota
Lo que hace singular a Frieren es que la verdadera aventura comienza tras la derrota del Rey Demonio, no antes. Frieren, maga elfa de vida casi eterna, inicia su peripecia sumida en la melancolía por haber perdido a Himmel y al resto de sus antiguos compañeros. Atrapada en la sensación de no haberlos conocido lo suficiente, emprende un viaje con Fern y Stark que es tanto una misión como un aprendizaje sobre la fugacidad de lo humano. Cada mazmorra, cada hechizo y cada conversación se cargan de significado, porque la narrativa entiende la aventura como un proceso vital: vivir consciente antes de que los momentos se conviertan en recuerdos irrepetibles.
El mitólogo Joseph Campbell estructuraba el viaje del héroe en tres fases: Partida, Iniciación y Retorno. Frieren invierte este esquema: su verdadera partida comienza en lo que tradicionalmente sería la fase de Retorno, cuando todo parece concluido. La "Iniciación" se traduce aquí en un aprendizaje ético y emocional: valorar la brevedad de la vida humana, aceptar la mortalidad de los demás y reconciliarse con su propia inmortalidad. La victoria no se mide en hazañas bélicas ni en enemigos derrotados, sino en comprensión, empatía y reconciliación con el paso del tiempo.
La magia de lo cotidiano y lo extraordinario
Al comparar su viaje con Tolkien, Williams, Homero o Campbell, emerge un hilo común: el viaje como espejo del alma. Sin embargo, en cada caso se enfatiza un matiz distinto: lucha contra un mal externo, nostalgia de lo perdido, retorno a casa o la estructura clásica del héroe. En Frieren, ese matiz es la melancolía prolongada, que convierte cada paso en un descubrimiento íntimo del valor de la vida. De la alegría de vivir, que así dicho sueña muy ñoño pero es el contrapeso emocional de ser plenamente conscientes del terror ineludible de una muerte que nos llega a todos.
Solo me preocupa que narrativamente, para que Frieren termine de asimilar el valor de la vida tenga que pasar por el trance de la muerte
Parte del encanto de Frieren es cómo combina la fantasía con la introspección cotidiana. La búsqueda de antiguos compañeros y la exploración de nuevas tierras se entrelazan con momentos pequeños pero significativos: Fern aprendiendo hechizos inusuales, haciendo la compra, conversaciones, o simples gestos que revelan la fragilidad de lo humano. Esto convierte cada escena en un viaje emocional y filosófico, más allá de los combates o la magia espectacular. Cada capítulo parece invitar al espectador a detenerse y reflexionar sobre su propio tiempo, sus pérdidas y sus relaciones, haciendo que el viaje de Frieren resuene más allá de la pantalla. A mí solo me preocupa que narrativamente, para que Frieren termine de asimilar el valor de la vida tenga que pasar por el trance de la muerte…
Un regreso que celebra la experiencia del viaje
Así, el regreso de Frieren en 2026 no es solo la continuación de una historia popular, sino la oportunidad de retomar un viaje cargado de sentido. La temporada 2, que se estrenará el 16 de enero en Nippon TV y Crunchyroll, permitirá a los fans reencontrarse con la elfa y sus compañeros mientras avanzan hacia nuevas tierras y desafíos. Para quienes aún no conocen la serie, este es el momento perfecto para ponerse al día y sumergirse en un viaje donde la verdadera aventura no se mide en kilómetros, sino en la comprensión del tiempo y de la vida misma.
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