Hace no mucho os escribía sobre que hay maneras de disfrutar de Hero Quest si, como yo, no tenéis fácil eso de juntar a los amiguetes alrededor de una mesa a tirar dados, mover miniaturas y discutir encarnizadamente sobre líneas de visión y polémicas (a la par que creativas) maneras de interpretar las reglas de este famoso juego de mesa. Y como Alberto Pastor tiene un poco de Gandalf y, como buen mago, no aparece ni pronto ni tarde, sino cuando se lo propone, me propuso escribir sobre Dark Quest 4, un juego que viene a servir de alivio a tus ganas de disfrutar de Hero Quest sin la necesidad de otra irritante presencia humana. Basta con una silla cómoda, una taza de café y las ganas de perderse en mazmorras infinitas llenas de monstruos, trampas y tesoros.
Dark Quest 4 no pretende reinventar la rueda, ni siquiera acercarse al despliegue visual de los grandes títulos de rol contemporáneos. Más bien, es un pequeño homenaje a aquella era dorada de los juegos de rol de los años 80 y 90. Y sí, visualmente es bastante feo, pero tiene todo el encanto del rol clásico. ¿Habéis visto cómo eran los manuales originales de D&D? Pues eso, feos, pero carismáticos. Y es que, en su modestia gráfica y en su estética de pixel art, el juego consigue algo que muchos títulos modernos no logran: evocar la sensación de tener delante un tablero lleno de miniaturas que esperan a que decidas tu próximo movimiento.
Bienvenidos a la mazmorra: cómo se juega
En Dark Quest 4 nos ponemos al mando de un grupo de héroes que se adentran en mazmorras generadas aleatoriamente. De inicio, solo podemos escoger tres de los diez héroes disponibles para cada misión, lo que obliga a pensar en sinergias, combinar ataques y decidir quién recibirá el golpe de los enemigos y quién les lanzará hechizos devastadores desde la retaguardia. Al igual que en Hero Quest, la exploración es un proceso de descubrimiento: cada puerta abierta puede esconder un tesoro, un monstruo o una trampa mortal.
La nostalgia funciona como reclamo, pero son las mecánicas sencillas y el componente estratégico los que te hacen volver una y otra vez
Cada héroe tiene características y habilidades únicas: el bárbaro es el clásico tanque que aguanta lo que nadie más puede, el mago puede limpiar habitaciones enteras con su magia y sus ataques de área, y el príncipe ofrece mecánicas más estratégicas, controlando aliados y enemigos por igual. Ya sabéis cómo funciona. Al principio, los personajes parecen frágiles y los enemigos son crueles, pero con paciencia y equipando adecuadamente a tus héroes, pronto empiezas a moverte por las mazmorras con confianza, disfrutando de combates que requieren tanto cabeza como reflejos. Mi consejo es que metas al bárbaro siempre en tu equipo, a un personaje que pueda usar ataques a distancia y que una vez que le pilles el punto al Príncipe, no le dejes fuera de tu selección de aventureros.
La esencia de los 80 y 90: feo pero encantador
Si algo define a Dark Quest 4 es su humildad estética. No esperes texturas hiperrealistas ni animaciones espectaculares: aquí todo se reduce a sprites de colores, entornos simples y efectos de sonido que recuerdan a los juegos de ordenador de hace más de tres décadas, cuando los mundos de fantasía más épicos se vivían en SVGA. Pero esa fealdad tiene encanto: el juego te invita a imaginar, a rellenar los huecos con tu imaginación y a centrarte en lo que realmente importa, la estrategia, la planificación y la tensión que genera cada enfrentamiento. Y te aviso que vas a terminar más de una partida mosqueado: cada partida termina con los personajes llegando a la salida de la mazmorra y es terriblemente frustrante cuando muerdes el polvo quedándote a tres casillas de ella.
La música y la narración son discretas, pero suficientes para mantener la atmósfera de mazmorra oscura y la ilusión retro del juego de mesa en el que tan notablemente se inspira. El juego no intenta ser moderno ni sofisticado; es un guiño a los jugadores que crecimos con Hero Quest y otros clásicos, donde lo visual no importaba tanto como la química que se creaba al mover miniaturas sobre un tablero y enfrentar los dados a la voluntad del destino. Aquí, la nostalgia funciona como reclamo, pero son las mecánicas sencillas y el componente estratégico los que te hacen volver una y otra vez.
Campamento y progresión, paciencia y estrategia
Después de cada misión de Dark Quest 4 volvemos al campamento. Allí podemos mejorar a nuestros héroes, comprar equipo en tiendas, aprender habilidades nuevas y planificar la siguiente aventura. Este sistema de progresión lento y cuidadoso es uno de los puntos fuertes del juego: no se trata solo de matar monstruos, sino de construir un grupo de héroes capaz de afrontar los retos más complicados. Y créeme que se te complica la vida mucho y muy deprisa en este juego. La clave está en la paciencia: no se empieza disfrutando plenamente, pero cada mejora adquirida recompensa la inversión de tiempo de cara a la siguiente mazmorra.
Cada mejora adquirida recompensa la inversión de tiempo de cara a la siguiente mazmorra
Equipar correctamente a tus héroes marca la diferencia. Al principio, la dificultad es alta y cualquier error puede costarte la partida; avanzar sin planificación es un suicidio. Pero una vez que empiezas a encontrar combinaciones de habilidades y objetos que funcionan bien en conjunto, el juego se abre ante ti. Aquí, el bárbaro vuelve a ser imprescindible: robusto, fiable y simple de usar, se convierte en la columna vertebral de cualquier equipo decente. Pero me gustaría destacar que tras varias partidas seguidas vas a querer probar cosas, y me ha sorprendido cómo un juego aparentemente tan limitado es capaz de potenciar la libertad del jugador con una curva de dificultad muy empinada.
La adrenalina de lo clásico
El corazón de Dark Quest 4 está en las mazmorras y en los combates por turnos. Cada enemigo tiene patrones distintos: algunos atacan sin pensar, otros buscan estratégicamente al héroe más débil. Los pollos con la cabeza roja explotan. Son cosas que vas aprendiendo sobre la marcha: la gestión de la iniciativa, la colocación de los personajes y la elección de ataques son esenciales para sobrevivir. El juego premia la planificación: cuantos más enemigos elimines en tu turno, menos daño recibirás después, por ejemplo. O es más interesante avanzar poco a poco y de manera segura que no lanzarte de cabeza a una nueva habitación sin saber lo que hay dentro, o pensar que un arquero puede atacarte desde el otro lado de una puerta. Ay, cómo odio a los arqueros, más incluso que a los pollos de cabeza roja. Es un sistema sencillo, pero con suficiente profundidad para mantener la tensión durante decenas de horas.
El factor suerte también está presente, aunque de manera discreta. La verdad es que en este punto los desarrolladores se podrían haber esforzado un poco más. También son unos rácanos con las recompensas que aparecen de manera aleatoria en los cofres de tesoro. Esto puede frustrar a los puristas de los juegos de mesa tradicionales, pero añade un ritmo ágil a las partidas.
¿Necesitas más retos? Enfréntate a la comunidad
Una de las grandes virtudes de Dark Quest 4 es su Creator Mode, que permite construir tus propias mazmorras, campañas y misiones para jugar y compartir con otros usuarios. Aquí es donde la nostalgia se mezcla con la creatividad moderna: no solo recreas la experiencia del Master de los juegos de rol, sino que puedes compartir con la comunidad tu mala leche y pagar con desconocidos tus frustraciones vitales creando auténticas pesadillas. No te quedes con las ganas de crear tu propia Tumba de los Horrores.
Este aspecto es especialmente atractivo si, como yo, no tienes con quién jugar. Al crear tus propias mazmorras y desafíos, el juego recupera la presencia de un Máster humano para disfrutar plenamente de la experiencia. Basta con tener café, una silla cómoda y tus ganas de explorar.
Al final, Dark Quest 4 es un recordatorio de por qué amamos los juegos de mazmorras y rol de la vieja escuela. Puede ser visualmente humilde, sus primeros compases son difíciles y sus enemigos despiadados, pero tiene algo que muchos juegos modernos han perdido: la sensación de control sobre tus héroes, la estrategia pura y la satisfacción de superar retos que requieren paciencia y dedicación. Para los nostálgicos de Hero Quest, es una oportunidad de revivir la magia de aquellas tardes de dados, miniaturas y pequeñas traiciones entre amigos, sin necesidad de depender de nadie más.
Como ya conté en mi artículo sobre jugar a Hero Quest en solitario, hay maneras de disfrutar del juego clásico sin compañeros, usando aplicaciones, sistemas fan o adaptaciones caseras. Dark Quest 4 cumple esa función de manera digital y sencilla: no necesita más que tu ingenio, una taza de café y la determinación de sumergirte en mazmorras infinitas. Lo tienes disponible en PC, PS5, Switch y Xbox Series.
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