Lo conoces por ser uno de los lemas que más se han compartido durante los últimos años. Porque manteniendo el diseño original o modificándolo para adaptarse a lo que toque, el Keep Calm and Carry On ha saltado de carteles a tazas, cojines y camisetas; de ser la bandera de la resiliencia tras la crisis financiera de 2008, a convertirse en una suerte de ironía sobre cómo cada vez vamos a peor y la sociedad nos pide que tiremos adelante pese a no tener fuerzas para ello.
Sin embargo, es menos probable que sepas de dónde viene exactamente, porque pese a estar atado a Londres y la cultura inglesa con esa corona que a menudo acompaña al lema, puede que lo termines confundiendo con alguna de las muchas campañas publicitarias de productos que de una forma u otra se han agarrado a él. Lo que no todos saben es que, en realidad, formó parte de una campaña de la Segunda Guerra Mundial en Inglaterra.
Keep Calm and Carry On
Creado por el Ministerio de Información británico en 1939, el lema de Keep Calm and Carry On formaba parte de una campaña del gobierno para impulsar la propaganda de guerra en suelo inglés. La batería de mensajes que debía promocionarse a través de carteles, cine y radio contaba con otros dos ejemplos similares que fueron mucho más famosos en su época.
En ellos, manteniendo la misma fuente y estructura, coronada también por el emblema de la corona Tudor, se leían dos lemas. El primero decía: "Tu coraje, tu alegría, tu resolución nos traerán la victoria", mientras que para el segundo optaron por un: "La libertad está en peligro. Defiéndela con todas tus fuerzas". La idea era reforzar la moral pública y empujar a la gente a luchar en caso de que la guerra estallase, pero el más famoso de todos prácticamente no se llegó a utilizar.
El cartel de Keep Calm and Carry On se creó con la intención de que, cuando empezasen a llegar los bombardeos, la gente se apoyase en el lema para intentar salir adelante, pero antes de que las bombas empezasen a caer, la opinión pública empezó a criticar los dos carteles iniciales por considerarlos un gasto de dinero innecesario que no necesitaban para querer defender su país.
Frente a ese escenario, los 2,5 millones de carteles con el tercer lema que se habían creado fueron destruidos prácticamente en su totalidad. Evitar la crispación de la opinión pública era vital, pero también la necesidad de reaprovechar el papel y reciclarlo para las necesidades que se preveían frente a la guerra. Allí donde fueron distribuidos, se prohibió su colocación, y los pocos que quedaron con vida no llegaron a los ojos de la gente. 60 años después, algo inesperado hizo que su historia diese un giro de 180 grados.
Del redescubrimiento a Mr. Wonderful y Ale-Hop
Saltamos a un año 2000 en el que la idea del Keep Calm and Carry On está olvidada y enterrada. Es entonces cuando los propietarios de Barter Books, una mítica librería de segunda mano del centro de Londres, se encuentran con uno de los carteles perdidos en el fondo de una caja de libros comprados en una subasta. Llevaba ahí desde hacía una eternidad, pero el cartel les hace gracia y deciden colgarlo en la pared que hay tras la caja de la tienda.
Con el tiempo, la gente empieza a preguntar por él y a pedir copias, así que ni cortos ni perezosos, empiezan a comercializarlo como una suerte de merchandising. Para las navidades de 2005, el diario The Guardian aprovecha una mención a la tienda para hablar del cartel y, a partir de ahí, el Keep Calm and Carry On explota por completo.
El éxito del lema les empuja a abrir una tienda de regalos con el lema como nombre y empieza el vendaval de postales, pósters, imanes, bolsas, camisetas y hasta delantales que, poco a poco, el resto del mundo empezó a vender con el mismo entusiasmo. De ahí que compañías como Mr. Wonderful o Ale-Hop también aprovechasen una fiebre que ha durado hasta hoy.
Que todos lo hagan por igual y ya se haya masificado por completo el lema responde a que el derecho de uso pertenecía a la corona británica y ya ha expirado, por lo que forma parte del dominio público y por eso cualquiera puede reproducirlo en cualquier formato sin meterse en problemas. Si te interesa conocer más sobre su origen, el documental The Story of Keep Calm and Carry On que te hemos compartido unas líneas más arriba es un buen punto de partida.
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