Uno de los mayores fenómenos de Internet nació en 2019, en unos foros donde se compartió una foto de una tienda de juguetes y coches de radiocontrol. No había rastro de esto último, pero sí de una arquitectura extrañísima que nos hacía pensar en habitaciones sin sentido arquitectónico y pasillos infinitos. Hubo que esperar hasta 2022 para que arrancase la fiebre por los espacios liminales, gracias a la serie Backrooms de Kane Parsons para YouTube, lo cual culminó con un montón de videojuegos en Steam y una película de A24 que lleva un tiempo en producción.
Yo que soy de la ciudad asturiana de Avilés, sin embargo, ya conocí las Backrooms hace mucho tiempo. De hecho, existen desde antes de que yo naciera. Porque no hay otra forma de llamar al poblado de Llaranes. A unos tres kilómetros del centro de Avilés, este barrio creado con edificios prácticamente idénticos es todo un laberinto para quien no conoce el lugar.
Durante mi juventud tuve que pasar tiempo por el lugar, ya que ahí se encuentra La Toba, un complejo deportivo donde entrenaba a rugby. En plena pretemporada nuestro entrenador nos ponía a correr por todo Llaranes y si físicamente no ibas a la par del grupo y te rezagabas, era posible que te perdieras por sus calles. Y es que esos bloques de viviendas de tres pisos son prácticamente iguales, diferenciándose únicamente en el color entre sus tres núcleos.
La primera vez que vas, es normal perderse
La historia de este poblado es una que va ligada al crecimiento desmedido de Avilés durante mediados del siglo XX. El Instituto Nacional de Industria de la dictadura franquista eligió esa zona para la construcción de la Empresa Nacional de Siderurgia S.A., más conocida como ENSIDESA, y que ahora es parte del conglomerado ArcelorMittal.
Google Maps de Llaranes.
Por este desarrollo industrial, Avilés pasó de 20.000 habitantes a 80.000, y además del crecimiento orgánico en servicios dentro de la villa marinera, también se creó una ciudad en miniatura en Llaranes, con viviendas que pudieran alojar a los obreros y sus familias, pero también servicios de ocio o sanitarios. Este crecimiento fue aún mayor aquí, pasando de apenas 400 habitantes, a más de 8.000.
El proyecto, creado por los arquitectos Francisco Goicoechea y Juan Manuel Cárdenas, segregó por rango dentro de la fábrica a los obreros y sus familias. Capataces, cargos intermedios y obreros tenían pisos distintos y diferenciados, mientras los ingenieros accedieron a viviendas dentro de Avilés, en la calle González Abarca. Por eso Llaranes es tan parecido vayas por la calle que vayas, porque era fruto de su estratificación.
A finales del pasado siglo, con la privatización de la empresa siderúrgica, el poblado acaba a pasar a manos del Ayuntamiento de Avilés. Este arranca un proyecto de rehabilitación, así como las viviendas se venden de forma definitiva a sus inquilinos.
Foto de Google Maps
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