Aunque Europa lleva años enseñándonos hasta qué punto el asfalto puede ser una fuente de revolución tecnológica, su enfoque parece haberse centrado en los vehículos eléctricos de la mano de pavimentos solares como los de Francia o carreteras inductivas como las de Suecia. La Universidad de Granada, en cambio, ha apostado por no centrarse en lo que sigue siendo un futuro utópico en la movilidad urbana. Sus carreteras inteligentes siguen otro camino.
Uno que, de la mano del proyecto MASAI, inspirado en la sostenibilidad de la tribu africana pero aprovechando las siglas para dar forma a un Material Asfáltico Sostenible Automatizado e Inteligente, combina un enfoque directo hacia tres frentes que ya se han probado en las carreteras de Andalucía y que poco a poco se extienden por zonas como la de Almería, Cádiz o Sierra Nevada.
El Asfalto Inteligente de la UGR en Andalucía
La particularidad de este revolucionario asfalto pasa por centrarse en tres aspectos clave que se reparten entre sostenibilidad, automatización e inteligencia integrada. Valiéndose de materiales reciclados, entre ellos un 20% de asfalto recuperado de carreteras deterioradas o en desuso, y el uso de una mezcla que requiere menos temperatura y consumo energético reduciendo las emisiones de CO2, los estudios realizados aseguran que el asfalto de MASAI puede suponer un ahorro de hasta el 15% en los costes totales frente a infraestructuras tradicionales.
La clave está en una serie de sensores repartidos por el asfalto que permiten monitorizar en tiempo real la carga del tráfico, la velocidad de los vehículos que circulan por él, el peso de los mismos, y hasta la evolución de la firmeza de la carretera. La idea, según recogían en declaraciones para el Diario de Sevilla, ofrece "la capacidad de predecir cuándo y dónde será necesario realizar trabajos de mantenimiento supone un ahorro económico considerable para las administraciones públicas y una mejora en la seguridad vial".
Conocer en todo momento qué uso se le está dando a las carreteras, y anticiparse a posibles reparaciones antes de que resulten imprescindibles para mantener su estado, apunta a suponer una reducción de la huella de carbono de alrededor del 20%, lo que implicaría que si todas las carreteras de España adoptasen el sistema MASAI supondría una reducción de emisiones del equivalente a 10.000 vehículos.
Afortunadamente, ese parece un futuro cada vez menos lejano. Además de haberse confirmado que todos los tramos de carretera y reparaciones de la red de vías andaluza usará el asfalto MASAI en 2025, varias comunidades autónomas ya se han interesado por la propuesta. En ciudades, donde la estructura de estas carreteras podrían reducir hasta en 3 decibelios el ruido de nuestras ruedas, es donde más papeletas tiene de ponerse en marcha.
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