El gran misterio de Stranger Things y su éxito en Netflix se apoya en una barbarie que no sólo ocurrió en realidad, sino que aún colea por culpa de demandas que siguen sin compensaciones. La propia serie habla de ello como el proyecto MK Ultra y, a diferencia de todo lo relacionado con la ciencia ficción de su historia, el programa de la CIA para experimentar con el control mental y los poderes de Eleven fueron lamentablemente reales.
"A mis 16 años, la CIA realizó conmigo experimentos sobre control mental". Con esas palabras adelantaba la BBC su entrevista a Lana Ponting, una canadiense de 81 años que, siendo sólo una adolescente, se vio envuelta en los experimentos de control mental de MK Ultra en un hospital psiquiátrico de Canadá. Ella es una de las víctimas que forma parte de la demanda colectiva hacia las instituciones en las que, durante los 60, utilizaron a pacientes como conejillos de indias.
Ponting llega al Allan Memorial Institute de Montreal por orden de un juez, internada por "conducta desobediente" tras fugarse de casa y juntarse con gente poco recomendable tras no encontrar su hueco en el lugar al que sus padres acababan de mudarse. Es justo ahí donde, lo que debía ser un tratamiento de los de la época para intentar reconducir su rebeldía, se convierte en un experimento de la CIA.
Durante años, Ponting sabía que había algo mal en ella. Buena parte de sus recuerdos de la época habían desaparecido, tenía que lidiar a diario con continuas pesadillas, y arrastraba serios problemas de salud mental. Cuando recientemente llegó hasta ella su historia clínica fue cuando descubrió que había formado parte de los experimentos de MK Ultra que se realizaron a cientos de personas entre 1953 y 1973.
El origen de sus problemas se remonta a experimentos en los que se combinaban drogas como el LSD, estimulantes, gas de la risa, electrochoques y pruebas de poderes psíquicos. Con la intención de reprogramar su mente, los documentos certificaban hasta qué punto las dosis suministradas, y las situaciones a las que se vio sometida, provocaban en ella conductas violentas frente a momentos en los que los gritos y el sufrimiento evidenciaban que, al menos en ese momento, era muy consciente de lo que estaba ocurriendo.
Aunque el caso del programa ilegal de la CIA se destapó en los 70 tras desclasificarse varios documentos y llegar la polémica hasta el Congreso estadounidense, razón por la que luego Stranger Things se agarró a ello como idea, la justicia se ha vuelto a poner manos a la obra. Al parecer, no fue hasta 1988 que EEUU pagó a nueve víctimas y Canadá a otras 77, pero nadie asumió la responsabilidad del proyecto y cientos de personas, entre ellas Ponting, no recibieron compensación porque ni siquiera eran conscientes de que habían formado parte del experimento.
Pese a que el daño ya no se puede deshacer, la intención de la nueva demanda colectiva hacia todas las universidades, hospitales y prisiones que permitieron esos experimentos, pasa por reavivar el caso para dejar claro cuáles son las implicaciones legales de algo y que, de esa forma, nunca más pueda volver a repetirse.
Ver 0 comentarios