A más de un lector, cuando hablo de los años 80, le puede parecer una era legendaria remotísima, perdida en las nieblas del tiempo, habitada por criaturas fantásticas como Torrebruno o el dragón Vermithrax Pejorative. Los dos fueron reales, aunque de maneras muy distintas: el primero, un fenómeno televisivo que marcó a toda una generación; el segundo, el protagonista de una olvidada película de fantasía que supuso todo un hito cinematográfico pero que no tuvo demasiado éxito en su estreno: El Dragón del Lago de Fuego (Dragonslayer). Hoy, cuatro décadas después, aquel filme de 1981 ha recuperado protagonismo, y parte de su legado se lo debemos a un autor que entiende como pocos el arte de los dragones: George R.R. Martin.
Un viaje a Urland
Dragonslayer, dirigida por Matthew Robbins y escrita junto a Hal Barwood, es una película de fantasía ambientada en una versión ficticia del siglo VI. La historia sigue a Galen Brandwardyn, interpretado por Peter MacNicol, un joven aprendiz de mago que debe enfrentarse a un reto aparentemente imposible: salvar el reino de Urland del letal dragón Vermithrax Pejorative, una criatura de 400 años de edad que devora a las jóvenes vírgenes de la región. A su lado, Caitlin Clarke interpreta a Valerian, la hija del herrero que, disfrazada, acompaña a Galen en esta peligrosa misión, mientras que Ralph Richardson ofrece una sólida interpretación como el veterano mago Ulrich.
La película destaca no solo por su trama, que combina aventura, magia y un trasfondo moral más profundo de lo habitual en el cine fantástico de la época, sino también por su acercamiento oscuro y realista al género. Desde los sacrificios impuestos por el corrupto rey Casiodorus Rex hasta la complejidad de la figura de Ulrich, Dragonslayer no escatima en dureza y ofrece un trasfondo de crítica social que, aunque sutil, resulta más relevante con el paso de los años. Pero si algo ha hecho que Dragonslayer permanezca en la memoria de los aficionados al cine fantástico, más allá de su argumento, es la majestuosidad de su dragón. Vermithrax Pejorative fue concebido por el equipo de efectos de Industrial Light & Magic, liderado por el maestro Phil Tippett, pionero también en Star Wars y Jurassic Park. La criatura combina técnicas de animatrónica con go-motion, una variante avanzada del stop-motion, para dotar al dragón de movimientos realistas y amenazantes que aún hoy resultan impresionantes.
El diseño del dragón es especialmente notable por su fidelidad a la anatomía de un guiverno europeo, con dos patas y dos alas, y por el carácter aterrador de sus movimientos. El debate entre si hay que usar "guiverno" o "dragón" es lo de menos. David Bunnett, encargado de los efectos, imprimió al animal un realismo que hace que sus vuelos, embestidas y ataques parecieran tremendamente creíbles par ala época. La película construye la tensión durante casi toda la primera hora y veinte minutos, reservando para el tramo final la presentación completa de Vermithrax, lo que permite que la aparición de la criatura sea inolvidable.
Esa idea de que el peligro más real es la injusticia y el abuso de poder se refleja claramente en Canción de Hielo y Fuego
A pesar de sus logros técnicos y narrativos, Dragonslayer no fue un éxito de taquilla en su momento. Una lástima. La película se estrenó en un contexto en el que la fantasía cinematográfica estadounidense atravesaba una sequía preocupante, una crisis de la que no saldría hasta el estreno de Conan El Bárbaro un año después. Los años 80 habían relegado la fantasía al cine infantil o a adaptaciones de obras literarias con pocos elementos fantásticos, y el público no estaba preparada para un relato tan oscuro y complejo como el de Urland.
La crítica, por su parte, reconoció la calidad de los efectos especiales y la construcción del dragón (¡con dos potentes lanzallamas internos!), así como la ambición moral de la historia, pero se mostró tibia frente a la película en conjunto. Las interpretaciones, especialmente la de MacNicol en su primer papel protagonista, recibieron opiniones bastante frías; la complejidad de los personajes y el tratamiento del heroísmo y la violencia situaban la obra en un terreno intermedio entre el cine de aventuras y la tragedia, y aun así, la película fue nominada a dos premios Oscar: Mejor Banda Sonora para Alex North y Mejores Efectos Visuales, aunque ambos galardones fueron finalmente para otras dos películas que, bueno, tampoco están mal: Carros de Fuego y En Busca del Arca Perdida, respectivamente. Ejem.
Portel promocional de Dragonslayer
San George R. R. Martin y el dragón
Con el paso de los años, Dragonslayer ha ganado el reconocimiento que no tuvo en su momento. Esta revalorización también se debe a la influencia de un fan ilustre: George R.R. Martin. El creador de Canción de Hielo y Fuego y la serie Juego de Tronos ha señalado en varias ocasiones que Vermithrax Pejorative es su dragón cinematográfico favorito. La película, según Martin, le inspiró en la construcción de su mundo de Poniente, la caracterización de criaturas fantásticas y la manera de combinar magia con conflictos humanos profundos. Algunos nombres y conceptos de Dragonslayer parecen haber dejado huella en sus novelas: Valerian recuerda a Valyria y Velaryon, mientras que Tyrian remite a Tyrion Lannister, evocando la fascinación de Martin por el lenguaje y la fonética fantástica.
La relación entre Dragonslayer y el universo de Martin va más allá de los nombres. La película ofrece un enfoque en el que las mayores amenazas no provienen de la magia o del propio dragón, sino de la ambición, la codicia y la corrupción de los seres humanos. Esa idea de que el peligro más real es la injusticia y el abuso de poder se refleja claramente en Canción de Hielo y Fuego. Vermithrax Pejorative no es un dragón antropomórfico ni simplificado; es un animal formidable, dolorido por los siglos que ha vivido, y cuya violencia surge de su propia naturaleza. De manera similar, los dragones de Martin son seres poderosos y letales, cuya relación con los humanos es compleja y cargada de consecuencias morales.
Dragon, uno de los dragones de Juego de Tronos
Incluso detalles menores de la peli se hacen familiares para los fans de Martin. La muerte de personajes justos como la princesa Elspeth, devorada por los dragones recién nacidos, refleja la crudeza de las tramas de Martin, donde las acciones heroicas y correctas no siempre son recompensadas. Esta capacidad de presentar la fantasía con un trasfondo realista y oscuro, en el que las estructuras sociales y políticas tienen un peso decisivo, ha sido un elemento definitorio tanto en Dragonslayer como en la obra del escritor estadounidense.
Vermithrax Pejorative sigue siendo, para muchos, el dragón definitivo del cine fantástico
Otro gran admirador de la película es Guillermo del Toro, quien ha colaborado en la edición remasterizada comentando el impacto que tuvo el filme en su visión del cine fantástico. En los extras de la nueva edición remasterizada de la película Del Toro subraya cómo Dragonslayer supo combinar criaturas impresionantes con historias con peso emocional y moral, anticipando lo que décadas después sería un estándar en la fantasía cinematográfica moderna. Su participación en los extras de la edición 4K permite a los espectadores comprender mejor la relevancia de la película y cómo su legado ha influido en cineastas contemporáneos. Lástima que esa edición permanezca inédita en España…
A día de hoy, Vermithrax Pejorative sigue siendo, para muchos, el dragón definitivo del cine fantástico. Su influencia en Juego de Tronos es innegable: desde la construcción del miedo y la majestuosidad de las criaturas hasta la manera en que el poder humano determina su destino. Dragonslayer es más que una curiosidad de los años 80; es una pieza fundacional de la fantasía moderna, un puente entre la fantasía clásica y la narrativa más adulta que marcaría el siglo XXI.
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