Rusia le había cogido el truco a la guerra tecnológica de los drones, pero no esperábamos que fuese copiando al B-52

A casi nadie le sorprende ya hasta qué punto la guerra entre Rusia y Ucrania se ha convertido en una carrera no sólo militar, sino también tecnológica. Pero aunque esa misma idea podría llevarnos a pensar que la cuestión del dinero y la innovación van empujando la balanza hacia un lado u otro, ejemplos como el descubierto en los drones Gerbera rusos arrojan otra realidad: la inventiva sigue marcando diferencias. 

Con un coste de aproximadamente 10.000 dólares, según fuentes ucranianas, Rusia puede permitirse lanzar cientos de drones Gerbera con la intención de desestabilizar a los interceptores de Ucrania mientras sirven como señuelo para que otros drones más costosos y decisivos como el Shahid alcancen su objetivo. Sin embargo, hasta esos enjambres se han visto en apuros, así que los rusos han optado por añadir un elemento que, en realidad, llevan acompañándonos desde que en los 60 los popularizasen los B-52: retrovisores en forma de cámaras. 

Un truco de los años sesenta

Conforme los bombarderos se hacían cada vez más pesados y difíciles de maniobrar, la necesidad de controlar no sólo lo que tenías delante, sino también lo que ocurría a sus espaldas y arriba, se convirtió en algo imprescindible para evitar ataques furtivos. Frente a una guerra de drones cazando a otros drones, la solución rusa para proteger sus Gerbera se ha agarrado a esa misma inventiva. 

Lo que en los 60 suponían señales cortas retransmitidas a un televisor en el asiento del piloto, en el caso del Gerbera ruso equivale a dos cámaras digitales, una apuntando a su cola y otra hacia el cielo, para permitir a los pilotos de drones controlar posibles amenazas y esquivarlas en consecuencia. Gracias a ello, intentan solventar dos de los puntos más críticos a los que se enfrentan. 

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Por un lado está el hecho de que, dependiendo de comunicaciones en tiempo real que no permiten reacciones instantáneas, las cámaras del Gerbera pueden anticiparse a posibles interceptores con mayor previsión. Por el otro, el hecho de que para seguir siendo baratos, a diferencia de los drones occidentales contra los que batallan, los Gerbera no disponen de sensores avanzados que faciliten esa misma práctica. 

En cualquier caso, además de esa guerra tecnológica y de inventiva, aquí se suma otra adicional, la de controlar el mensaje. Tras detectar y derribar uno de los Gerbera, las tropas de Ucrania anunciaban el hallazgo mientras afirmaban que "el Gerbera fue grabado esquivando con dos cámaras en la espalda. No le sirvió de nada", buscando destacar que Rusia no tiene drones infinitos para lanzar sin preocuparse por ellos y que, pese a la idea, siguen plantándoles cara en los cielos. 

Imagen | Dpsu

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