Chema Mansilla
Editor - Cine y TVTener en parrilla dos series centradas en Dune y Alien debería hacer que diera vueltas de campana de la alegría. Son dos de mis sagas de ciencia ficción favoritas, universos cargados de historia, mitología y referencias que han marcado a generaciones de amantes del género. Sin embargo, me siento profundamente decepcionado. La primera temporada de Dune: La Profecía en HBO Max y la de Alien: Planeta Tierra en Hulu/Disney+ me dejaron la sensación de estar ante oportunidades desaprovechadas. Ahora que ambas han sido renovadas para una segunda temporada, no puedo dejar de pensar que seguimos ante la posibilidad de expandir estos mundos con ideas originales que realmente hagan justicia a su legado.
En Dune: La Profecía, la historia se sitúa 10.000 años antes de la trama centrada en Paul Atreides, y nos presenta a las hermanas Harkonnen, Valya y Tula, y en el surgimiento de la Hermandad Bene Gesserit. La serie explora intrigas políticas, manipulaciones proféticas y los primeros pasos de lo que se convertirá en la orden más poderosa del universo literario de Frank Herbert. Por su parte, Alien: Planeta Tierra nos traslada a un futuro cercano en el que la corporación Weyland-Yutani abr des frentes de investigación: las traslación de la consciencia a cuerpos sintéticos y la investigación con criaturas alienígenas,enfrentándose a los dilemas éticos y morales propios de la saga cinematográfica.
HBO Max ha confirmado que Dune: Prophecy iniciará producción de su segunda tanda de episodios, que pasará de seis a ocho. La serie seguirá explorando el universo de los Harkonnen y la consolidación de la Hermandad Bene Gesserit, con Emily Watson, Olivia Williams y Travis Fimmel retomando sus papeles, y la incorporación de nuevos actores como Indira Varma, Ashley Walters y Tom Hollander. el rodaje tendrá lugar en Hungría, Jordania y España, manteniendo a Alison Schapker como showrunner y productora ejecutiva.
En paralelo, Alien: Planeta Tierra ha recibido luz verde para su segunda temporada en Hulu/Disney+. La serie ampliará sus arcos narrativos, aunque se desconocen detalles precisos sobre los nuevos episodios. Lo que sí se sabe es que la renovación confirma la intención de continuar explorando el universo de Alien siguiendo a Wendy y el resto de niños perdidos de la primera temporada, pero también supone una oportunidad para corregir los errores que la primera temporada dejó, en términos de ritmo, tensión y aprovechamiento de la mitología heredada del cine.
Dune: un universo desaprovechado
Mi decepción con Dune: La Profecía se fundamenta en una serie de decisiones creativas que, en mi opinión, diluyen la esencia de Herbert. La premisa inicial prometía un relato político y místico, con intrigas profundas y personajes complejos como las hermanas Harkonnen. Sin embargo, la serie decidió simplificar su narrativa para hacerla accesible a un público más amplio, sacrificando su personalidad y ambición.
en mi crítica de la primera temporada os hablaba de las subtramas con personajes jóvenes, guapos y románticos, como Keiran Atreides o la princesa Ynez, que parecen diseñadas para atraer a un público menos exigente. Estas historias, cargadas de clichés y sobreactuaciones, desentonan con la tensiones política y religiosa que deberían dominar la serie. Ni comparación con el buen hacer del reparto de las películas de Denis Villeneuve.
Es un producto bipolar: por un lado, destellos de grandeza a nivel de producción; por otro, una deriva hacia lo superficial que no respeta la inteligencia del espectador. La primera temporada tuvo momentos espectaculares, visualmente a la altura de las películas a las que sirve de precuela, pero también escenas que parecen sacadas de un producto de muchísimo menos presupuesto. En resumen, un potencial desaprovechado que ahora espero que la segunda temporada corrija.
Alien: tensión y mitología mal gestionadas
Con Alien: Planeta Tierra, la sensación de decepción tiene otros matices. La primera temporada empezó con tensión y misterio, manteniendo viva la atmósfera aterradora del universo cinematográfico. Pero a medida que avanzaron los episodios, el ritmo descendió y algunas ideas se volvieron ridículas. De verdad, no entiendo la fascinación por el monstruo ocular de la serie. La mitología de los xenomorfos y la corporación Weyland-Yutani, un material extraordinario heredado de las películas, fue desaprovechada. La serie parecía más interesada en desarrollar relaciones personales y conflictos internos que en generar terror o explorar los dilemas éticos y científicos que hacen que Alien sea único. La consecuencia: un desenlace algo atropellado que no estuvo a la altura y dejó una sensación de oportunidad perdida relegando a los xenomorfos a un segundo plano narrativo.
Tener dos universos tan icónicos en la pantalla es, en teoría, una gran noticia. Pero cuando la ambición creativa se sacrifica en favor de un producto más accesible pensado para masificar la audiencias y no en respetar las mitologías heredadas o las capacidades de los espectadores, o cuando el ritmo y la tensión de una saga se diluyen con tal de calzar más episodios por temporada de los simplemente necesarios, el resultado es inevitablemente decepcionante. Tanto Dune: La Profecía como Alien: Planeta Tierra han sido renovadas y eso ofrece la oportunidad de corregir errores. Sin embargo, mis expectativas ahora están condicionadas: quiero ver propuestas valientes, con historias originales y respetuosas con los universos que representan, aunque ahora puede resultar más difícil, lastrada su continuidad por lo presentado en sus respectivas primeras temporadas. Los fans merecemos que estas series no solo continúen, sino que hagan honor a la grandeza de Dune y Alien.
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