Hay una experiencia universal entre los que alguna vez han quedado en casa con amigos para jugar a la consola. Entre piques y debates de a qué jugar, hay mofas por las paradas obligatorias para cambiar los controles. En la mayoría de los casos, estas se hacen en pos de alterar un tipo de ajuste muy concreto: el de aquellos que piensan que la forma correcta de jugar es dejar el joystick como está, o bien los que necesitan invertir su movimiento.
El diseño contemporáneo de videojuegos y sus opciones por defecto parecen habernos dejado claro que los que invierten los controles son minoría, pero desde luego no son pocos. Una pregunta inocente de The Guardian hace años ha inspirado ahora un estudio científico realizado por los doctores Jennifer Corbett y Jaap Munneke, quienes trabajan respectivamente en el MIT y en la Northeastern University de Boston. Se trata del primero en su materia y se pregunta lo mismo que todos nosotros ¿por qué algunos jugadores prefieren cambiar?
Más allá de "la costumbre"
Resulta que la respuesta es compleja, no depende de un solo factor y se extiende más allá de los videojuegos. Entre los participantes del estudio estaban no solo jugadores de videojuegos, sino personas que trabajan con maquinaria pesada o cirujanos, todos con sus propias manías de cómo hay que manejar un joystick. Los sujetos del estudio tenían que rellenar un formulario con sus hábitos a los mandos, así como todo tipo de detalles que pudieran afectar como sus ajustes por defecto en la rueda del ratón.
Popularmente, se ha creído que la razón principal de elegir un control u otro es que el humano es un animal de costumbre. Aquellos que amaban en su juventud juegos tipo aviación, donde los controles invertidos eran la norma, probablemente acabaran enamorándose de ellos en ese tipo de juegos o en cualquier otro, mientras que el resto de los jugadores optaban por un movimiento natural, donde mover el joystick hacia arriba equivale mirar hacia arriba también en la pantalla.
El estudio desvela que en realidad hay un importante aspecto cognitivo. Junto con los formularios previos tenían que realizar cuatro experimentos que pretendían analizar la percepción de la perspectiva espacial. Pruebas como realizar la rotación de un avatar en el espacio o tests de efecto Simón, en los que los participantes tenían que dar la respuesta correcta a un estímulo en base a diferentes condiciones espaciales. Un ejercicio clásico de este tipo es, por ejemplo, marcar correctamente la respuesta 'Rojo' aunque esté coloreada de azul.
Los resultados fueron que aquellos que no invierten los controles tienen un tiempo de reacción más rápido que los que los invierten, pero eso no se equivale a la precisión. En los tests de efecto Simón y en los de rotación del avatar, los que juegan con controles sin invertir no respondieron más veces correctamente que los que los invierten, si acaso, estos últimos tuvieron un rango de aciertos ligeramente mayor aunque contestaran más lento.
Afectados por la costumbre, cada usuario cree que es más hábil con los controles que han usado toda la vida, pero el estudio defiende que cognitivamente, esa decisión no es necesariamente la que le viene mejor a cada jugador, y que tiene más que ver con cómo cada cerebro en particular percibe los objetos 3D en el espacio. De hecho, los doctores animan a que cada uno salga de su zona de confort, porque igual se llevan alguna sorpresa.
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