La teoría del Internet muerto cada día es más real, y cada día nos toca de formas distintas. Esto hace referencia a que muchas de las personas que consideramos reales en el formato online, son bots. Si os enfadáis con alguien en una red social que ha ido a uno de vuestros mensajes para poneros a caldo, lo más probable es que se trate de una cuenta automatizada. Se estima que el 50% del tráfico de la red de redes es a cargo de bots automatizados, llegando a darse cifras del 75% en el caso del contenido subido a Twitter, según Fortune.
Y esto afecta a más cosas. Twitch realizó una purga de bots hace unos días, menguando su tráfico y dejando ejemplos de creadores de contenido que han visto reducidos a la mitad sus espectadores medios. Si sumamos este hecho empírico, con las sensaciones que tenemos quienes consumimos contenido en directo, el panorama es dantesco. Incluso si no circunscribimos esto únicamente a la plataforma morada.
El top de las diez emisiones más vistas en habla hispana sólo tiene tres con más de 50.000 espectadores, mientras el dato de audiencia medio nos deja el panorama claro: sólo hay cinco streamers en todo agosto que logren sobrepasar los más de 10.000 espectadores de media durante el mes. Sin contexto, estos datos pueden deciros casi nada, pero basta con que echéis un vistazo al gráfico inferior para daros cuenta de la situación.
Twitch se acerca a un abismo
La imagen representa el tráfico total de Twitch por año. Se puede apreciar de forma clara que hay un antes y un después tras la pandemia, momento en el que el streaming sufre un boom a causa de la enorme cantidad de personas recluidas en casa. Pero más allá de eso, y de que 2021 fue el mayor pico para esta plataforma, lo relevante para este artículo es que estamos en el peor momento de Twitch después de su salto en 2020. Y la tendencia apunta a que seguirá bajando, porque eso es lo que ha hecho en la mayoría de finales de año.
A principios de este año ya advertí una tendencia en el mundo de los creadores de contenido. La caída libre de Twitch les obligaba a tomar cartas en el asunto, con ejemplos evidentes como la migración a YouTube de Ibai, los vídeos de Grefg de viajes o el uso ya más general de otras plataformas como Instagram o TikTok para conseguir campañas o impactos más viralizables.
Otras plataformas como Kick han sufrido nuevas oleadas de bots aún más agresivas que Twitch, así como casos que nos han recordado el lugar sin ley que realmente es y que acabó con el fallecimiento de un streamer. Youtube, por su parte, no ha terminado siendo el hogar de los directos, pero sí el de los creadores de contenido basados en vídeo; previo sometimiento al algoritmo.
Los streamers han tenido que mutar, y pasar a ser influencers
Hace mucho que la suscripción sin campanita no nos decía mucho, pero ahora es especialmente notorio el rol del algoritmo a la hora de recomendarnos vídeos. Mr.Beast abrió el camino teniendo un trabajador para únicamente realizar sus miniaturas, y ahora es la propia YouTube la que promueve esto con herramientas que maximizan el click por encima de la diferenciación. Intentar ser rupturista sin conocer las entrañas del algoritmo de YouTube es una receta para el fracaso.
Los streamers han tenido que mutar, y pasar a ser influencers. El valor de sus horas en directo está en mínimos, así como el riesgo de estar en directo es máximo. Si todo tu negocio se basa en ser quien eres y no en hacer cosas, pasar mucho tiempo en directo puede ser perjudicial. Cometer un error, meterse con alguien que no debes o decir algo polémico puede implicar que cierta compañía no contrate tus servicios para publicitar un producto.
La realidad es esa: apenas hay incentivos para hacerse streamer, para emitir en directo. Las horas de visualización están en mínimos, el público no consume ese contenido como antes, y no hay dinamizadores de la escena como antaño. No hemos tenido un relevo generacional con una nueva generación de streamers porque ese no es el camino para ganar relevancia, mientras los anteriores han ido dejando el nido vacío a la vez que sus ramitas se pudrían.
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