Para la generación Z cada vez es más difícil hacerse un hueco en un mercado laboral en el que la intensidad desmedida y el crecer a cualquier precio están a la orden del día. A ojos de los jóvenes, priorizar su salud mental y escapar del estrés del trabajo no es sólo una prioridad, es una forma de vida. Una a la que, además, ya le han puesto etiqueta: minimalismo profesional. Un término perfecto para explicar hasta dónde llega su ambición.
Pese a que lo fácil es malinterpretarlo como una tendencia más centrada en la pereza y en el desapego hacia el trabajo, ese minimalismo profesional es simplemente una cuestión de prioridades. La filosofía de salir a la hora y evitar hacer esfuerzos adicionales para conseguir ascensos se explica fácilmente acudiendo a dos datos: el 68% de los jóvenes no quiere ser jefe si no es por dinero, y el 57% tiene que lidiar con más de un empleo en su vida diaria.
El minimalismo profesional de la generación Z
El minimalismo profesional de la generación Z pasa por apostar por la estabilidad en vez de adentrarse en una carrera corporativa. Son conscientes del reto que supone crecer dentro de una empresa hoy en día y, esforzarse de más en una, no sólo puede terminar afectando a su vida diaria sin garantías de un retorno a la altura de ese sacrificio, también les impediría compaginar la necesidad de recurrir a ingresos extra apostándolo todo a una misma empresa.
Según la encuesta de Glassdoor que arrojaba esas cifras, la diferencia entre los jóvenes de la generación Z que deben agarrarse a un trabajo secundario en comparación con otras generaciones es más que notable. Hablamos de ese 57% para los gen Z frente a un 48% de los millenials o el 21% de los boomers. Generaciones que se han criado con la idea de que el vivir para trabajar representaba el camino más sólido hacia la estabilidad financiera, especialmente si te atabas a una empresa de por vida, y que ese minimalismo profesional entiende de una forma completamente distinta.
Para unos jóvenes sumidos en la depresión que supone ver a diario cómo los despidos o los cierres de empresas están lejos de representar la escalera laboral a la que se agarraron sus padres, la estabilidad pasa única y exclusivamente por tener cuantas más opciones mejor. Depender de más de una fuente de ingresos supone que, si falla una de ellas, hay otra rama a la que agarrarse.
Sin embargo es evidente hasta qué punto esos malabarismos dentro del mercado laboral son peligrosos, no por la filosofía en sí misma, sino por el estrés y cansancio que puede llegar a producir rendir al máximo en más de un trabajo a la vez. El arte del minimalismo profesional, ejemplificado en esa necesidad de salir a tu hora y no realizar esfuerzos de más con la idea de crecer dentro de una compañía, no es más que la salida más simple para mantener su nivel de energía y estrés lo más controlado posible.
Tal y como recoge Chris Martin, director de investigación de Glassdoor, la filosofía del minimalismo profesional representa "un cambio consciente que nos aleja de la dependencia de un solo empleador, establece límites claros y genera múltiples fuentes de ingresos para la estabilidad financiera". Es la respuesta de unos jóvenes hacia la pregunta "¿y si hay una forma mejor de hacer esto?", que pone en entredicho el cómo hemos trabajado hasta ahora.
Imagen | Luca Nicoletti
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