Ya os he contado varios ejemplos de cómo el éxito de Star Wars a finales de la década de 1970 lo cambió todo para el género de ciencia ficción. De repente, muchos grandes estudios de cine querían invertir ingentes cantidades de dinero en llevar Star Trek a la gran pantalla, o en apostar por series muy interesantes en su planteamiento como Battlestar Galactica o Buck Rogers en el siglo XXV. Aquel fenómeno no solo se circunscribió a Estados Unidos. Desde Reino Unido también hubo alguna apuesta interesante. Hoy os hablo de Krull, y más en concreto de un actor secundario de la película que acabaría convertido en caballero Jedi.
Y no uno cualquiera, sino del mejor, como diría mi compañero Chema Mansilla. Me estoy refiriendo a Liam Neeson. El actor norirlandés acabaría ganándose el cariño de la audiencia tras su interpretación del maestro Qui-Gon Jinn en Star Wars – Episodio I: La Amenaza Fantasma, y alcanzaría el estatus de leyenda como tipo con el que no debes meterte bajo ningún concepto gracias a la trilogía de Venganza y todas estas cintas de acción parecidas que protagonizó a lo largo de la década de 2010. Y por supuesto, antes de todo esto, se consagró a nivel internacional con La lista de Schindler (1993) de Steven Spielberg. Pero, ¿qué papeles interpretaba en sus orígenes? ¿Cuáles son las primeras películas suyas que podemos ver?
Conociendo los primeros papeles de Liam Neeson
Técnicamente, su primer papel cinematográfico fue el de Evangelista en una adaptación de El progreso del peregrino (The Pilgrim's Progress) de John Bunyan, estrenada en 1979, la cual puedes encontrar disponible en YouTube. Pero para muchos su rostro empezó a ser conocido por dos historias con algo más de fantasía o mística de por medio. Una de ellas era la famosa Excalibur (1981) de John Boorman, donde coincidió con Patrick Stewart entre otros, y otra fue la antes mencionada Krull, una historia de capa y espada claramente firmada al calor del éxito de las películas de Star Wars, Conan el Bárbaro o la propia Excalibur.
En Krull, un príncipe debe salvar a una dama secuestrada por una fuerza invasora venida del espacio
Es sobre ella de la que quiero hablaros hoy. Recientemente tuve ocasión de revisitar el film y la verdad es que es claramente hija de su época, pero curiosa al fin y al cabo. Básicamente, sin riesgo a meterme en destripes argumentales innecesarios, narraba una épica historia de fantasía y ciencia ficción donde un príncipe debe rescatar a su prometida, secuestrada por una malvada entidad alienígena conocida como La Bestia, que opera desde una enorme nave espacial bautizada con el sugerente nombre de la Fortaleza Negra. Para hacerlo, nuestro protagonista debe buscar un arma mitológica y unirse a un mago, un cíclope y un grupo de bandidos. Entre los miembros de esta banda se encontraba nuestro amigo, Liam Neeson.
Con Krull, insistimos, estamos ante una épica historia de fantasía con toques de ciencia ficción muy ligeros en el que se mezclaban las espadas, reinos medievales, castillos, princesas secuestradas, magia y otros conceptos más propios de historias de espada y hechicería como Conan el Bárbaro (1982), o la antes mencionada Excalibur, con invasores interestelares, malvados villanos galácticos, disparos láser y grandes naves espaciales a lo Star Wars (1977) que, aunque posiblemente fuera la motivación de sus responsables para hacerla, le acabó costando ganarse unas cuantas comparaciones odiosas de la prensa.
Uno de los fracasos más grandes de la época
Por ejemplo, la de The New York Times, que escribió esto en su crítica: "Una película de aventuras de ciencia ficción suave y pensativa que acaba siendo un poco demasiado malhumorada y melancólica para el público de Star Wars, aunque ese debe ser el público al que va dirigida". Desde Variety fueron más allá y la tildaron de un descarado batiburrillo de ideas de Excalibur y Star Wars. Tal mala prensa, y también haberse estrenado no muy lejos de Star Wars – Episodio VI: El retorno del Jedi, acabaría provocando que Krull fracasara en taquilla, recaudando poco menos de 17 millones de dólares tras una inversión de entre 27 y 30 millones de dólares (otras fuentes lo elevaban aún más, hasta 50 millones de dólares). Para aquella época, esta cantidad era enorme, muy enorme. De hecho, el mencionado sexto episodio de la saga space-opera de George Lucas se hizo con 32,5 millones de dólares, por lo que con Krull estamos hablando de uno de los fiascos más gigantescos de los años 80.
El tiempo no la ha elevado a cinta de culto como otros casos de fracasos de la época y, lo cierto, hoy más allá de evocar algún recuerdo nostálgico en algún espectador, no se habla de Krull. Quién sabe si algún día alguien se atreve con un remake. Ideas buenas había, y tras haberla visto hace unas semanas creo que es bastante entretenida si sabes a lo que vas. Además, es el motivo por el que he escrito este tema en verdad: tenemos a Neeson en uno de sus primeros papeles, una película que sin Star Wars quizás nunca habría nacido. Eso sí, encontrarla en streaming en 2025 no resulta fácil. Esperemos que alguien la rescate.
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