Marcos Yasif
Editor - Cine y TVPeriodista y apasionado de la industria del entretenimiento. He crecido con la ilusión de poder viajar por las estrellas como en Star Trek y salvar el mundo como Goku y Superman, dos pasiones que me han llevado a especializarme en cine y series de acción, ciencia ficción y superhéroes. Desde 2022 cuento en 3DJuegos todas las novedades de la pequeña y gran pantalla, con la intención de mantenerte al día con las historias que nos hacen soñar y escapar de la realidad, pero mi historia en la revista comenzó mucho años antes: en 2008.
Los fans de Christopher Nolan estamos que nos subimos por las paredes para ver de qué ha sido capaz con su adaptación de La Odisea de Homero. Si bien el director británico es conocido por sus grandes thrillers de acción y ciencia ficción con historias a veces complejas, entre los que podríamos perfectamente incluir Interstellar y Origen (Inception), y si me apuras la trilogía de El Caballero Oscuro, sus largometrajes de ambientación histórica también han impresionado al personal, con El Truco Final (The Prestige) y Oppenheimer como grandes exponentes, así como Dunkerque, del que hoy quiero ofreceros unas cuantas líneas en 3DJuegos.
Y quiero hacerlo por varios motivos. Por un lado, porque es muy buena película, capaz de mantenernos pegados a la butaca durante los 107 minutos que dura (luego desarrollo esto, tranquilos). Pero también porque volvió a demostrar la capacidad del realizador británico para crear un fenómeno de masas a nivel comercial sin necesidad de renunciar a hacer cine de autor o, si lo prefieres, sin apostar por una estructura narrativa convencional. Y es que Dunkerque, cuando se estrenó, se convirtió en el filme de la Segunda Guerra Mundial más taquillero de todos los tiempos, batiendo un récord de Spielberg que llevaba 19 años sin superarse.
Con un presupuesto inicial de 100 millones de dólares, Dunkerque recaudó aproximadamente 526 millones de dólares a nivel mundial, superando los 482 millones de dólares de Salvar al soldado Ryan (1998). Evidentemente, teniendo en cuenta la inflación, con su correspondiente subida de precios en las entradas, el filme de Spielberg sigue siendo el número uno, lo que habla bastante bien del blockbuster protagonizado por Tom Hanks que motivaría luego el desarrollo de la mejor miniserie bélica de HBO, pero el hito conseguido por Dunkerque en 2017 le valió para convertirse en la peli de la Segunda Guerra Mundial más exitosa en términos brutos de todos los tiempos, marca que mantuvo hasta el estreno de Oppenheimer hace un par de años, del mismo director, así como la quinta de ambientación bélica (ahí China lidera con diferencia).
Un montaje soberbio, una banda sonora aún mejor
Pero, ¿por qué gustó tanto Dunkerque? El largometraje de Christopher Nolan, en palabras del compañero Mikel Zorrilla para su crítica de Espinof, sabe cómo atraparnos desde la primera escena y nos mantiene al borde de nuestra butaca en todo momento. Es increíble decir esto tratándose de un director que ha firmado thrillers realmente intensos como Origen (Inception) o las películas de Batman, pero Dunkerque es fácilmente la cinta más asfixiante del director británico, y también una de las más sofocantes que he visto en una sala de cine. Parte del logro lo da la misma premisa del filme, centrada en la desesperación y la lucha de los soldados británicos por escapar de la playa, rodeados y bajo ataque constante de las fuerzas alemanas, pero Nolan es un creador al que le gusta mucho juguetear con el tiempo y aquí lo volvió a hacer.
Para mantenernos a los espectadores en un estado de alerta constante, Nolan apostó por una estructura narrativa no convencional que dividió en tres líneas temporales que transcurren a diferentes velocidades (una semana en tierra, un día en el mar, una hora en el aire) que finalmente convergen en un mismo punto sin que te des cuenta. Esto, aparte de ser un acierto desde el punto de vista del ritmo del largometraje, también permitió que la película no fuera un constante "más de lo mismo", ofreciendo múltiples perspectivas de un mismo conflicto. Sin embargo, y esta es mi opinión, creo que lo que convirtió a Dunkerque en una verdadera obra maestra fue el trabajo de su compositor, del maestro orquestal alemán Hans Zimmer.
Me hacía eco hace unos días de unas declaraciones de Ennio Morricone (El bueno, el feo y el malo) que decían así: "Hay dos maneras de recibir una película para el espectador: la vista y el oído. La vista representa el 50%, y el oído, el otro 50%". Nolan esto lo entendió muy bien haciendo Dunkerque y gracias al trabajo de Zimmer pudo hacer que su película no solo se sintiera opresiva a nivel visual, con esos ataques, esa sensación de peligro en cada escena que nos presentó, sino también a nivel sonoro. La banda sonora a veces parecía estar imitando el tic-tac de un reloj, pero no siendo demasiado descarado. Además, al haber pocos diálogos, la música sonaba más, resonaba más en nosotros como espectadores, y la angustia aumentaba.
Evidentemente, y esto tampoco es una novedad en la filmografía de Nolan, Dunkerque es una experiencia visual muy inmersiva, auténtica y de una escala épica con miles de extras reales, barcos de época y aviones reales, etc. Es una cinta que debía verse en la sala de cine más grande y moderna posible, por lo que si algún día te enteras de alguna proyección no dudes en ir, porque no te arrepentirás. Para el resto, la tenemos disponible en streaming a través de HBO Max. No es lo mismo desde la pantalla de tu casa, pero sigue siendo un peliculón con un 7,8/10 de valoración en IMDb del público, y un 92% de recomendación en Rotten Tomatoes.
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