Siempre me he reído de esa gente que le dedica más de mil horas a un videojuego y luego publica una reseña en la que decide no recomendarlo. Sin embargo, hoy he sido yo el que ha estado a punto de ser esa persona. Escape from Tarkov confunde fricción con dificultad, tiene una cantidad de bugs que avergonzaría a cualquiera y exige que lo trates casi como un trabajo a tiempo completo. Es el juego más estúpidamente roto al que he tenido la desgracia de enfrentarme, pero, quitándome la careta, también es mi multijugador favorito. Dándole la vuelta a la frase: no elegí nacer así, simplemente tuve mala suerte.
Escape from Tarkov no quiere divertirte
Todo lo bueno y casi todo lo malo de Escape from Tarkov se puede explicar diciendo que es un videojuego que se niega a comportarse como tal. Durante los nueve años que el título ha pasado en acceso anticipado, ha quedado claro que Battlestate Games sitúa la inmersión por encima de todas las cosas. Lo fundamental no es ofrecer una experiencia justa, gratificante o siquiera divertida; sino crear un universo verosímil que casi siempre se comporte de forma realista. Si eso significa que tu raid termina porque entraste en una zona de minas que no estaba señalizada, pues vaya una tragedia.
Escape from Tarkov es, en esencia, ese tipo lleno de confianza al que le da igual caerte bien o no. Tiene misiones imposibles de completar sin guía, mapas en los que aprender a orientarse puede llevar decenas de horas y nadie te explica siquiera cómo debes equiparte. No se trata solo de que a cada raid debes llevar seis objetos curativos distintos, sino de que existen más de 150 armas y 27 calibres diferentes. Uno de los errores más extendidos entre los novatos es entrar a una partida con las balas equivocadas. El juego podría avisarte, pero es que no le importa. Te darás cuenta solo cuando encuentres a un enemigo y no puedas disparar.
El tutorial de Escape from Tarkov son las primeras 100 horas de juego
Desde un punto de vista de diseño, todas las decisiones que toma Battlestate Games son teóricamente erróneas. El juego quiere obligarte a que tú hagas el esfuerzo de aprender sin que nadie haga el esfuerzo de enseñarte. Debes poner de tu parte y aceptar que nadie va a llevarte de la mano. Se dice en la comunidad que el verdadero tutorial de Tarkov son las 100 primeras horas y que nadie aprende a jugar de verdad antes de las 1.000, pero es que hay creadores de contenido que se acercan a las 15.000 y aún hacen las misiones revisando la guía en internet.
Hay que llegar a Tarkov sabiendo que el aprendizaje llega a base de muertes y que lo más inteligente es disfrutar del proceso. El juego basa mucho de su atractivo en la llamada diversión tipo dos. Esta es la caracteriza a esas actividades que no son demasiado placenteras cuando se realizan, pero sí extremadamente gratificantes cuando se recuerdan. Escalar el Everest no es precisamente una fiesta, pero todo el mundo que lo ha hecho dice que hacerlo fue la aventura de su vida. Es frustrante que el camino en Escape from Tarkov siempre consista en dar dos pasos hacia delante y luego uno hacia atrás, pero el resultado es siempre el mismo: avanzas.
Así pues, la mayoría de los supuestos fallos de Escape from Tarkov son, en realidad, elecciones que tratan de crear una experiencia de juego muy concreta. Sin embargo, hay algunos problemas que son inexcusables. Si en algún momento he pensado en no recomendar el juego no es por nada que tenga que ver con la experiencia en partida o su dificultad, sino porque es un desastre en lo técnico. Hay bugs, el rendimiento es penoso y los servidores funcionan a pedales. Estos son, de hecho, los motivos por los que el título debutó en Steam con unas reseñas extremadamente negativas.
Los dos problemas principales son unos tiempos de espera demasiado largos y una tasa de fotogramas por segundo demasiado baja. Los FPS hay que pedirlos prestados, y esto no lo digo ni medio en broma. Con una RX 7900XT, 32 GB de RAM y un Ryzen 7 7800X3D tuve que hacer virguerías con el software de AMD y la generación de frames por inteligencia artificial para conseguir una tasa de fotogramas aceptable. Esto, con gráficos en medio-bajo y una resolución de 1440p. El bloque técnico es la parte más aburrida de cualquier análisis, pero es que sería negligente no mencionarlo cuanto antes.
Tarkov no es un juego feo, pero nada de lo que hace justifica un rendimiento tan por debajo de la media.
También es habitual encontrarse problemas de desync, rubberbanding o de cualquier fallo con nombre molón que se te pueda ocurrir. Aun así, lo que más entorpece la experiencia son los 'cheaters'. Durante los últimos años el juego ha tenido un problema con los tramposos. La situación es mucho más llevadera tras el estreno de la Versión 1.0, pero esta es una de mis principales preocupaciones para el futuro. Yo soy el primero que hace un par de temporadas (wipes) abandonó tras cruzarse con demasiados 'hackers'. Hay que decir, eso sí, que este es un problema que afecta más a usuarios veteranos que a novatos.
Y aún así funciona
Si hay un motivo por el que molesta que Escape from Tarkov tenga tantos problemas es porque se trata de un juego genuinamente bueno. Al entrar en partida nos encontramos con un escenario ultrarrealista y un personaje que siente el peso de su equipamiento. No puedes frenarte en seco al correr, apuntar consume energía y disparar genera una sensación de contundencia terrible. Hasta el sonido está pensado más para que te sientas dentro del juego que para que puedas desempeñarte bien en él. Disparar sin auriculares militares puestos es directamente desagradable y a veces llueve con tal fuerza que es imposible escuchar todo lo demás.
Lo que hace especial el título es que combina esta inmersión con dos elementos clave: fragilidad y castigo. Hace apenas dos días iba caminando cargado de loot por Woods, un mapa que es un bosque gigantesco, escuchando el ruido de los pájaros cantar y tratando de mirar a todos lados para intentar ver a un posible enemigo. Lo siguiente que pasó fue que escuché un disparo y mi personaje cerró los ojos para siempre. El susto fue gigantesco y la molestia ni la puedo describir con palabras. Con su inmersión, Tarkov consigue que te sientas dentro del juego; con la fragilidad, que siempre estés nervioso; con su castigo, que morir te importe.
Jugar una raid nocturna en Escape from Tarkov está en el top "experiencias más inmersivas" que los videojuegos pueden ofrecer.
Lo bueno de que el juego haya estado tanto tiempo en acceso anticipado es que llega con contenido a paladas, existiendo un total de doce mapas muy diferentes entre sí. Mi favorito es Factory, una pequeña fábrica pensada para los enfrentamientos PvP cuyo jefe es un tipo desquiciado con un martillo que grita su propio nombre y te persigue sin descanso. Es el templo al que acudimos todos los seguidores de la iglesia del subfusil y quizá el escenario más trasnochado de todo el juego. Un contraste absoluto con ese bosque inmenso y ultrarrealista del que os hablaba antes. A mí me gusta más, pero no necesariamente es más bonito. Ahí está precisamente la gracia: en que ambas cosas existan a la vez.
Escape from Takov tiene un sistema de progresión impresionante
Así, resulta fácil tomarse el extraction shooter como un MMO. No solo por la cantidad brutal de horas que puede llegar a exigir, sino porque con tanto contenido te permite establecer tus propios objetivos y cumplirlos a tu manera. Conozco jugadores que solo buscan mejorar su refugio, otros que no únicamente quieren ganar dinero y hasta quien tiene la fortaleza mental suficiente como para intentar completar absolutamente todas las misiones. Tres objetivos distintos que, además, se pueden conseguir con diferentes estilos de juego: desde el PvP constante hasta el modo pacifista. En este sentido, el sistema de progresión de Escape from Tarkov es uno de los mejores que he visto nunca.
Esto es especialmente cierto ahora que la Versión 1.0 ha eliminado los 'wipes' obligatorios. Antiguamente el progreso se reiniciaba cada seis meses, pero ahora el personaje que utilizamos es permanentemente y podemos avanzar a nuestro ritmo sin miedo a perderlo todo. Cada seis meses iniciará una nueva temporada con sus propias subtramas y con un nuevo avatar que será solo temporal, pero nada nos obligará a participar en ellas. Esta es una buena noticia para todos aquellos que, teniendo tiempo limitado, no podían comprometerse a jugar cientos de horas en apenas seis meses y no querían tener que volver a empezar de cero cada vez que conseguían algo de valor.
Mejorar el refugio es uno de los objetivos más habituales de la comunidad de Tarkov.
Si tuviera que decir una sola cosa sobre Escape from Tarkov diría que es un juego con altos muy altos y bajos muy bajos. Cuando os conté esa vez que me dispararon mientras corría en Woods no dije que aquel día había jugado unas quince raids sin salir de ninguna. Es algo que te va a terminar pasando si es que decides jugarlo y que resulta tremendamente frustrante. Ves como tu dinero baja y el inventario que tanto te había costado llenar se va vaciando poco a poco. La derrota es parte del juego, pero su acumulación es devastadora. Lo mismo ocurre cuando morimos cargados de loot o estamos haciendo una misión importante.
Antes del lanzamiento viví uno de mis mejores momentos como fan de los videojuegos. Llegó con una misión que se llama "Psycho Sniper" y que tiene como objetivo conseguir una racha de cinco bajas utilizando rifles de francotirador con cerrojo. Hay cierto consenso en que es la 'quest' más difícil de todo el juego, ya que esta es la peor categoría de armas del título. Recuerdo que me tomó más de 30 horas y alrededor de 50 intentos, algunos de los cuales fallaron en el último momento. Os prometo que nunca me había costado tanto contener mi rabia mientras estaba jugando.
Con Escape from Tarkov viví uno de los mejores momentos de mi vida como jugador
La cuestión es que, después de mucho esfuerzo, lo conseguí. Llevaba cuatro bajas, entré a Factory y me encontré a un tipo corriendo con solo una pistola que rogaba por su vida. Mientras él repetía el tradicional "I'm friendly" yo le miré, me lo tomé con calma y disparé en la cabeza. Había estado tantas veces en esa situación que ni nervioso me puse. Después, sin embargo, corrí a la extracción. Cuando estaba a salvo, me tiré por el pasillo de mi casa como si acabase de marcar el gol decisivo de una final de Champions. No fue solo un buen momento jugado, fue un símbolo memorable de que al fin le había ganado a Escape from Tarkov.
Sí recomiendo Escape from Tarkov es porque ha sido uno de los pocos juegos multijugador con el que he vivido eventos inolvidables incluso jugando en solitario. Claro que tiene problemas y que tan válido es recomendarlo como ponerle un sello de suspenso. Sin embargo, para mi la vida siempre han sido momentos memorables. Si yo me llevo algo así de un videojuego soy capaz de perdonarle todo lo demás. Ahora lo que debes hacer no es fiarte a ciegas solo de las conclusiones, sino decidir si tú también estás dispuesto a pasar por un proceso parecido.
Escape from Tarkov es un juego con millones de problemas y habrá tanta gente que lo abandoné a las tres horas como usuarios que se acerquen a las mil. Es una de las mejores compras de tu vida o una de las peores, sin términos intermedios. Es por eso que el videojuego de Battlestate Games podía ser muchas cosas, pero lo que nunca me hubiera atrevido a hacerle era dejarlo sin sello. Para mí, inmersión, progresión y jugabilidad ganan con mucho a los problemas técnicos y la alta barrera de entrada.
- Tiene un modo PvE, pero es un DLC que se vende por separado y no lo recomiendo
- La barrera de entrada para los nuevos jugadores es muy grande, es mejor si juegas acompañado
- Es uno de los shooters más realistas e inmersivos que puedes jugar
- Cuenta con el sistema de progresión más satisfactorio que he probado nunca
- Te hará vivir grandes momentos, y también algunos que querrás olvidar para siempre
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