Hace unos días fue la presentación de Gemini 3, la última generación de modelos de inteligencia artificial (o IA) desarrollados por Google, y yo no he podido evitar acordarme de Sid 6.7, el villano interpretado de forma histriónica hace 30 años por Russell Crowe en Virtuosity (1995), un thriller de ciencia ficción con elementos cyberpunk protagonizado por Denzel Washington que tuvo la mala suerte de estrenarse, quizás, antes de tiempo.
Y es que, al fin y al cabo, el largometraje dirigido por Brett Leonard apostaba por un antagonista fascinante. El villano principal de la película era un software de realidad virtual que fue creado a partir de los patrones de pensamiento de múltiples asesinos en serie y sociópatas. Por azar del destino (o por la manipulación que ejerce sobre su diseñador), el programa fue capaz de dar el salto al mundo real, dejando un reguero de muertes a su paso tras ser transferido a una especie de androide nanotecnológico, y provocando que se tenga que liberar a un expolicía convicto para poder pararle los pies.
La idea inicial detrás de Sid 6.7 no era otra que ofrecer un simulador VR donde los agentes de policía de Los Ángeles pudieran formarse y poner a prueba sus habilidades y capacidades para detener a un criminal sádico y muy inteligente capaz de ir siempre un paso por encima de ellos. ¿El problema? Ya os lo podéis imaginar: superó su programación y fue capaz de hackear el sistema dañando de forma letal a uno de los sujetos que estaban probando el software. Tras ello deciden clausurar el proyecto, pero el programa logra arreglárselas, muy convenientemente la verdad, y escapa al mundo real.
Para redondear un poco la historia, en el lado de los buenos teníamos a Parker Barnes (Washington), encarcelado tiempo atrás después de matar accidentalmente a un terrorista que había asesinado a su familia. ¿Por qué es esto importante? Resulta que una de las personalidades que componen a Sid 6.7 es precisamente la de este sujeto, por lo que la misión de darle caza se vuelve algo profundamente personal. Pero dejémoslo ahí; este texto no deja de buscar recomendaros su visionado, ¡no evitar que le deis al play!
No fue el mejor thriller sci-fi de su generación
Podemos decir que Virtuosity (1995) forma parte de una serie de thrillers de ciencia ficción estrenados en los años 90 donde se exploraban temas como la realidad virtual o las amenazas de la inteligencia artificial. Una de ellas, por ejemplo, fue El cortador de césped (The Lawnmower Man, 1992), también del director Brett Leonard, o eXistenZ (1999), Nivel 13 (The Thirteenth Floor, 1999) y Johnny Mnemonic (1995), de las que os hablé hace unos meses en 3DJuegos. Y ya que estamos, podríamos mencionar Días Extraños (Strange Days, 1995), aunque es evidente que fue The Matrix, de las Wachowski, quien finalmente se llevó el gato al agua y revolucionó el cine de acción y sci-fi dejándonos una historia que nos invitaba a reflexionar sobre lo que es real y lo que es artificial.
Virtuosity (1995) buscaba más servir de simple advertencia sobre los peligros de crear una inteligencia artificial tan poderosa, una capaz de aprender de nuestros movimientos y predecir nuestros próximos pasos, y no se complicó mucho en su propósito. El resultado fue un filme bastante entretenido, pero con una excesiva apuesta por el chroma que, con el tiempo, le ha dado una puesta en escena visual que puede ser un pelín complicada en su final, un poco como lo que le pasaba a la antes mencionada Johnny Mnemonic (1995). ¿Significa esto que sea imposible de ver hoy? No, pero sí que debes estar avisado de que esta no fue precisamente la Avatar de mediados de los 90, y que 30 años después puede cantar mucho. Aunque no creo que este sea precisamente su mayor problema.
Con Virtuosity (1995) muchos coincidieron en que estábamos ante un thriller de ciencia ficción que abarca mucho y aprieta poco, y que no lograba rematar la faena en ninguno de sus puntos. Esto daba como resultado un guion confuso y, sí, puedo estar de acuerdo. Pero el tiempo siempre te hace ver estas películas con otra óptica y hoy siento que es una gran hija de su época que supo meternos el miedo en el cuerpo sobre el no ponerle límite a las herramientas de inteligencia artificial cuando solo era una idea de eso, ciencia ficción. Y, aunque en esto hay división, ver a Crowe en un papel de villano tan caricaturesco le da un atractivo especial a su visionado. Y Washington siempre es sinónimo de calidad.
Virtuosity (1995) no solo fracasó en términos de crítica, también de taquilla. Apenas logró recaudar 37 millones de dólares tras una inversión de 30 millones, y al contrario que otras muchas producciones del género que se estrellaron en cines, esta no gozó de reconocimiento con el tiempo. Si os apetece darle una oportunidad, lamento inforaros que a día de hoy no está en streaming.
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