Siempre he sentido especial fascinación por la relación que tiene el anime con el agua. Sí, con el agua. A lo mejor os parece una tontería, pero animes como Evangelion me han hecho apreciar los paisajes distópicos, casi submarinos, que tan solo el medio es capaz de reflejar con tanta belleza. Dicha fascinación me ha hecho darme cuenta de una cosa: los populares que son. No es raro que muchos animes que pronostican el fin de la sociedad actual reflejen inundaciones y subidas del nivel del mar, y es que, para una isla como Japón, ser engullidos por este parece un aviso de lo que está por llegar. Si el fin del mundo tuviera forma para los nipones, sería una ola; una que azota la costa y se traga el país. Hoy quiero explorar este mensaje oculto, a veces tan silencioso como el propio avance del agua. Lleva décadas reflejando el temor de una nación entre las sombras.
El anime como reflejo de la sociedad
Para entender correctamente la importancia del anime como reflejo de la sociedad nipona, tendríamos que remontarnos a sus orígenes. Este nació, al igual que la animación en general, a comienzos del siglo XX, cuando Winsor McCay despuntaba con sus viñetas y Disney todavía era un joven soñador. El primer corto japonés registrado es Katsudo Shashin, el cual se estima que fue realizado sobre 1907 y 1912.
Durante las décadas posteriores, los cortos de animación gobernarían el entretenimiento y entonces comenzaron a aparecer los productos con fines propagandísticos. El primer largometraje animado japonés llegaría en 1945 con Momotaro Umi no Shinpei, una cinta totalmente ligada a la Segunda Guerra Mundial, al igual que lo hiciera Disney con Victory Through Power.
Metropolis
Más tarde, Osamu Tezuka, el padre del anime moderno, establecería la relación directa entre crítica social y anime que ha perdurado hasta día de hoy. En 1949 publicó Metrópolis, un reflejo de una ciudad futurista que no solo sentó las bases del cybperpunk, sino que estaba lleno de reflexiones. Esto es así, porque volviendo a 1945, ese año sucedería un suceso que pasaría a la historia: el impacto de las dos bombas atómicas.
El anime pasó a reflejar la realidad del momento en obras como Hadashi no Gen. La representación de la catástrofe que asoló a las ciudades de Hiroshima y Nagasaki fue un antes y después. No solo marcó a la sociedad japonesa en las posteriores décadas (con transformación industrial incluida), sino que también abrió una línea de ciencia ficción dentro del medio.
Hadashi No Gen
Llegamos así a lo que conocemos como "anime moderno". Astro Boy (también de Tezuka) sería una de las primeras obras en dar un paso adelante en la década de los 60. Con el tiempo, no solo el anime ha evolucionado en todo tipo de temáticas, algunas más family friendly, sino que también ha permitido desarrollar nuevos escenarios dramáticos en los que la humanidad se encuentra en un contexto azotado por una calamidad.
Os hablaba del agua. Es muy llamativo la cantidad de obras que reflejan cómo el mundo existente se va al traste por una subida del nivel mar. Por ejemplo, vuelvo a Evangelion. Si bien la obra de Hideaki Anno tiene como núcleo central la propia naturaleza humana, el Segundo Impacto es el que ha provocado el contexto actual de la serie. Para los menos entendidos en el tema, se trata de una catástrofe en la Antártida que provocó el derretimiento del casquete polar, la subida de los océanos y la extinción de la mitad de población a nivel mundial. El relato se centra en un Japón reconstruido que hace frente a los ataques de los Ángeles.
El Segundo Impacto
Pero Evangelion no es la única. Un anime tan metido en el género shonen como Deadman Wonderland también sitúa su historia tras una subida del nivel del agua. Más interesante es todavía el caso de Hogar a la deriva, una película de Netflix que trata sobre un grupo de jóvenes que sobreviven en un edificio que flota en el mar, por no hablar de Japón se hunde (también disponible en la plataforma). Hasta películas tan emotivas como El tiempo contigo o Ponyo en el Acantilado de Studio Ghibli se unen a la tendencia; y en el tintero me dejo otro buen puñado de obras.
Esto no es casualidad, por supuesto. Japón es una isla que no solo recibe los constantes embistes de tsunamis provocados por el Cinturón de Fuego del Pacífico y el choque de dos placas tectónicas, sino que también es especialmente vulnerable a los cambios climáticos de la actualidad.
Por ello, más allá de un recursos narrativo, esta representación de las catástrofes no solo es una continuación del propio legado que el anime ha dejado, sino también el reflejo de un miedo que podría hacerse muy real. Espero que os haya resultado tan interesante como a mí.
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