José A. Mateo Albuerne
Jefe de ActualidadComo cada verano, y además con mayor virulencia cada año que pasa, los incendios se están cebando con la Península Ibérica. Enclaves tan especiales como Las Médulas en León, que fueron clave en el desarrollo del Imperio Romano, están siendo pasto de las llamas; y la situación no parece que vaya a mejorar pronto con una ola de calor prevista hasta al menos el día 18.
Cuando ocurren cosas terribles, y además se suceden de forma rutinaria cada año, es natural que el ser humano busque explicaciones que tengan el mayor sentido; y esto es lo más importante, que sean simples. Explicaciones complejas pero veraces como el aumento de la temperatura fruto del cambio climático, el abandono de los montes en la España Vaciada o que las competencias autonómicas y presupuestos para la prevención de incendios no se ejecutan de forma regular a lo largo de todo el territorio y bajo todos los signos políticos, no sirven.
La realidad es más compleja, pero no tiene nada que ver
Una de las creencias populares más arraigadas en España, país que sufrió con fuerza el pinchazo de la burbuja inmobiliaria hace unos lustros, es que una gran parte de los incendios son provocados y tienen detrás un interés muy concreto: recalificación de terrenos para poder construir en la zona donde se produjo ese fuego. A decir verdad, pocas cosas son más convincentes como argumento que la avaricia humana.
Foto de las Médulas en León. Wikimedia.
El incendio seguido de recalificación de ese terreno es un hecho muy poco común en España. Eso es especialmente así desde que el Congreso aprobó en 2006 una reforma de la Ley de Montes de 2003 en la que se prohibía la recalificación del suelo quemado hasta al menos 30 años después del incendio. Anteriormente a esa reforma, durante tres años eran las comunidades autónomas quienes decidían ese plazo, si es que así lo consideraban necesario.
La única excepción para que se produzca la recalificación es si existe una ley autonómica esgrime razones de imperioso interés público. En 2017, cuando Galicia sufrió una oleada de terribles incendios, también se habló bastante de este tipo de prácticas. La entonces Ministra de Agricultura y Pesca, Isabel García Tejerina, salió al paso recordando que aunque el 95% de los incendios tienen que ver con el factor humano, y la mitad de estos son provocados, no hay una recalificación de terrenos detrás de ello porque es un caso que sólo se reserva para áreas de interés general como lugares cercanos a obras estatales.
Sólo el 0.12% de los incendios forestales entre 2001 y 2014 tuvo como posible causa una modificación del suelo
En comunidades como la valenciana, tras los incendios graves sufridos en 2016 endureció aún más la ley para blindar el suelo quemado frente a la construcción. Era una reforma más amplia de la Ley de Ordenación del Territorio, pero cuya prohibición ya llegó en los presupuestos del año anterior eliminando las posibilidades extraordinarias de urbanizar terreno quemado, llegando incluso más lejos que la Ley de Montes estatal.
El Colegio Oficial de Ingenieros Técnicos Forestales salió también en 2017 para desmentir este mito, dando datos concretos además. Sólo el 0.12% de los incendios forestales entre 2001 y 2014 tuvo como posible causa una modificación en el uso del suelo, sin sentencia judicial al respecto, además. Desde la segunda reforma de la Ley de Montes, que data de 2015, afirman que "no ha habido ni un solo caso" de estas prácticas.
¿Qué motivaciones tienen entonces estos pirómanos? Resulta que sólo unos pocos son personas con problemas mentales o tendencias dañinas, mientras la gran mayoría de incendios provocados son quemas de rastrojos o prácticas derivadas de la actividad agrícola o ganadera. Con el mal estado de los montes por abandono, y unas olas de calor cada vez más peligrosas, estos fuegos se descontrolan y acaban arrasando muchísimas hectáreas.
Foto del Ministerio de Defensa
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