Durante los dos últimos años hemos visto cómo a las Big Tech se les llenaba la boca con la idea de la época de la eficiencia. Aupada por gurús como Mark Zuckerberg o Elon Musk, las grandes tecnológicas entraron en una espiral de despidos masivos para deshacerse de gente que, supuestamente, la IA iba a terminar reemplazando haciendo que los costes cayeran en picado. Lamentablemente para ellos, se les olvidó leer la letra pequeña.
El resultado de todos aquellos despidos que empresas como Meta o X encabezaron ha terminado derivando en otro fenómeno. Los expertos lo han dado a conocer como empleados bumerán y, por la lógica del nombre, probablemente ya habrás adivinado en qué consiste. Muchos empresarios se agarraron a esa dinámica y luego se han visto obligados a recontratar a buena parte de aquellos empleados. En ocasiones incluso pagando salarios más altos de los que tenían originalmente.
Estudios posteriores a ambos fenómenos destacaban que el 55% de los líderes empresariales se arrepiente de haber entrado en esa espiral de despidos masivos. Con su marcha, puestos clave de la empresa, que en muchos casos se precisaban para realizar ese salto hacia una infraestructura apoyada en la inteligencia artificial, quedaron completamente desiertos y sin un imprescindible factor humano en el que apoyarse.
La Valla de Chesterton frente a los despidos masivos
En su cabeza, acudir a empleados más baratos tras arrepentirse de la decisión, por aquello de ser un mercado mucho más amplio gracias a ese gran número de despidos, era una jugada acertada para algunos. La realidad ha terminado demostrando que entrenar a esos nuevos empleados, darles a conocer cómo funcionaba la empresa, y conseguir que se integrasen en los equipos, resultaba más caro y derivaba en procesos más lentos de lo que preveían.
Es justo ahí donde entran los empleados bumerán, aquellos que se habían echado de malas maneras y que ahora resultaban necesarios porque no precisaban de un entrenamiento con el que dar a conocer la cultura de la empresa, la deuda técnica de su código, o las vicisitudes de sus listas de clientes. Es un claro caso de lo que en términos de recursos humanos se ha dado a conocer como la Valla de Chesterton.
El concepto destaca que no debes quitar una valla hasta entender perfectamente por qué estaba ahí en primer lugar. De lo contrario, los resultados podrían ser catastróficos. La idea nace en 1929 de la mano del escritor G.K. Chesterton y su crítica hacia todas esas reformas modernas que se deshacían de tradiciones o instituciones con solera.
El británico sostenía que, si vas caminando por el campo y te cruzas con una valla que frena el paso, lo más lógico es pararse a pensar por qué alguien decidió colocarla en vez de, simplemente, derribarla y seguir tu camino. El caso de los despidos masivos es el ejemplo perfecto de cómo casi 100 años después, el principio se mantiene igual de fresco.
Imagen | Jotacompany en Midjourney
En 3DJuegos | Di adiós a la renta básica universal de la que hablaba Mark Zuckerberg. Él y su mujer tienen otros planes para su filantropía
En 3DJuegos | Mark Zuckerberg no mentía cuando hablaba de despidos a mansalva. Dice que es el "siguiente paso natural" en el camino de Meta
Ver 0 comentarios