La filantropía está perdiendo fuelle. Si hace unos días era Bill Gates el que reorientaba el objetivo de sus fondos de inversión, ahora le ha tocado el turno a Mark Zuckerberg, CEO de Meta, anunciando que su plan de ofrecer dinero sin retorno en busca de objetivos como la renta básica universal a la que hizo referencia en su discurso de graduación de Harvard, educación para todos, o el fin de la pobreza y los problemas de acceso a la vivienda, se ha terminado.
El principal mensaje compartido por Zuckerberg y su mujer, Priscilla Chan, pasa por reorientar su flujo de ingresos para apostar de forma explícita por un único objetivo: la ciencia. Manteniendo la idea que ya planteaba Bill Gates, la intención es acelerar lo máximo posible el desarrollo de nuevos avances que, a la larga, terminen ayudando a la población mundial de forma más concisa. Si crees tener sospechas de hacia dónde fluirá ese dinero a partir de ahora, es muy probable que aciertes.
Menos dinero gratis para todos, más ciencia
El objetivo de la iniciativa Zuckerberg Chan es, como todo de un tiempo a esta parte, más IA. Tras anunciar el cierre de proyectos y recortes en sus principales iniciativas sociales, ahora el 99% de su patrimonio en acciones de Meta irá destinado a Biohub, la red de laboratorios propiedad de la pareja destinada a acelerar los descubrimientos biomédicos que marcarán la salud del futuro.
Mediante modelos de lenguaje abiertos y la adquisición de EvolutionaryScale, Biohub planea hacer en meses lo que antes llevaba décadas gracias a un salto de cómputo que llegará a las 10.000 GPU para 2028 y que, apoyado en la IA, planea enfocarse en cuatro grandes desafíos englobados en un Sistema Inmune Virtual.
Para ello, el primer paso en la investigación pasa por apoyarse en la IA para dar forma a un gemelo digital de una célula. La idea es construir un modelo de lenguaje que simule el interior de la célula con la intención de predecir de forma digital cómo se comporta y qué ocurre cuando realizas cambios en ella antes de saltar a las pruebas en laboratorio.
El segundo es poder visualizar ese proceso, una suerte de Google Maps celular en el que ver con todo lujo de detalles y en tiempo real qué ocurre en las células tras cada cambio. Si tienen éxito, el resultado sería algo así como el microscopio definitivo. Este es, de lejos, el salto más ambicioso de Biohub porque sobre él se apoyan los dos siguientes.
El tercero es dar forma a mediciones miniaturizadas que sean capaces de detectar cuándo el sistema se está desmadrando. Con las proteínas inflamatorias siendo la clave para perseguir la mitad de problemas a los que se enfrenta una célula, desde los infartos hasta el cáncer, la intención es perseguirlas minuto a minuto para hacer saltar una alarma cuando esa inflamación empieza a crecer.
Por último, el gran objetivo de ese Sistema Inmune Virtual de Zuckerberg y Chan pasa por, tras ser alertados de esas señales tempranas, poder incidir sobre las células que han empezado a cambiar para modificarlas de forma individual y evitar así que transmitan la enfermedad al resto. En última instancia, sería el propio cuerpo el que alertase de que hay un problema y actuase en consonancia.
¿Qué gana Mark Zuckerberg con todo esto?
Sobre el papel, hay poco que reprocharle a la idea de Mark Zuckerberg. Apostar por la ciencia para tratar las peores enfermedades a las que hace frente la humanidad es, desde luego, un objetivo de lo más filantrópico. Que por el camino se cierren los proyectos de iniciativa social que apuntaban a un mundo mejor para los más desfavorecidos, da buena cuenta de hasta qué punto hay letra pequeña en el plan.
Pese a que Biohub es una plataforma de investigación abierta y sin ánimo de lucro, eso no significa que Zuckerberg esté financiando sus proyectos a fondo perdido. En primer lugar porque los éxitos de Biohub pasan a ser suyos, lo que incide en su influencia y reputación a escala mundial mientras esa fama trasciende a Meta y al resto de sus proyectos. Por una cuestión de pura estadística y dinero, la plataforma pasa a situarse a la cabeza de la estrategia científica, y el multimillonario con ella.
Además, que sea una plataforma abierta y sin ánimo de lucro no necesariamente significa que no tenga socios comerciales. Dependiendo de donaciones y licencias para poder autofinanciarse más allá de los millones invertidos por la pareja, la posibilidad de favorecer a esos socios frente a futuras patentes y regulaciones no choca con el mensaje de querer hacer el bien.
Si bien es cierto que la iniciativa Zuckerberg y Chan no se beneficiaría de forma directa, sí lo haría por otras vías. Además de ese prestigio y poder marcar el ritmo de la ciencia y la conversación sobre los riesgos de introducir la IA en la biología, el futuro del proyecto seguiría dependiendo de la pareja, por lo que si llegado el momento deciden cortar de raíz la financiación para dar forma a otro modelo más lucrativo, como ya han demostrado que pueden hacer, esos beneficios sociales podrían quedar fácilmente en entredicho.
Imagen | Shuchisingh
En 3DJuegos | Jakob Fugger, la persona más rica de la historia de Europa: una fortuna tan enorme que superaría a la de Mark Zuckerberg
Ver 1 comentarios