Unos días atrás, Wizards of the Coast daba el pistoletazo de salida al nuevo set de cartas de Magic: the Gathering. Se trata de una colaboración con Avatar: the Last Airbender, la queridísima serie de Nickelodeon sobre el monje que dominaba los elementos. Esta clase de lanzamientos, amparados bajo la etiqueta 'Universes Beyond', se han vuelto progresivamente más comunes a medida que la firma americana descubría en ellos un auténtico filón: sus dos sets más exitosos hasta la fecha son asociaciones, de hecho (El Señor de los Anillos y Final Fantasy).
Por supuesto, Wizards lleva unos años integrando el lucrativo perfil de Universes Beyond en su listado de sets tentpole, lo que significa que estos sets forman parte de la programación anual de grandes lanzamientos principales y disfrutan de un mimo superlativo: muchos de ellos llegan con una colección completa de cartas repartidas en varios tipos de sobres, así como mazos preconstruidos, cajas de regalos para entusiastas o de iniciación para quienes comienzan a jugar a MTG.
La 'beginner's box' del set de Avatar
Wizards me enviaba recientemente una de estas últimas —producto que nunca habría considerado comprar por mí mismo porque ya llevo unos cuantos años enrolado en el pozo de Commander. Y debido a eso mismo, admito que nunca me había parado a pensar en cómo luce el proceso de aprender a jugar a MTG a día de hoy, y en cómo de distinto es ese procedo de mi propia experiencia.
Empezar en MTG era muy distinto
Yo comencé a jugar a Magic tan pronto como llegué a secundaria, porque mis amigos también lo estaban jugando. Alguien me prestó un mazo y me enseñó lo básico: bajas tierras y con ellas pagas hechizos. Por aquel entonces no entendía lo que un "hechizo" es realmente en Magic, porque tampoco me habían explicado el concepto de pila o stack, o qué significaba resolver efectos. Ni siquiera sabía que tenía una segunda fase principal después del combate, vaya, así que bajaba mis tierras, criaturas y hechizos religiosamente durante la primera.
Jugábamos con mazos con un perfil muy bajo para los estándares actuales, en los que 'Osos pardos' —naipe que ha sufrido tanto powercreep que se ha convertido en un chiste en nuestros días— era lo más normal y un 3/3 con arrollar se consideraba una amenaza crucial en la mesa. Pero era muy divertido y las victorias y derrotas eran memorables. Recuerdo que en alguna ocasión los profesores nos reñían por quedarnos en la clase durante los recreos para poder jugar en los pupitres.
No tardé en querer hacerme con mi propio mazo, y tuve la enorme suerte de contar con unos padres que simpatizaban con esa clase de ilusión y que podían permitirse darme algo de dinero para empezar. Por aquel entonces lo más nuevo era la décima edición, así que compré los mazos preconstruidos de 'El poder de Molino' y 'La tiranía del Évincar'. Eran comparativamente muy baratos, unos 14 euros cada uno en El Corte Inglés, e incluían 40 cartas afines a un solo color.
A partir de ahí aprendí lentamente, leyendo con atención un folleto diminuto que resumía más o menos la temática de cada mazo y explicaban cómo jugar. También hice una colección de fascículos de MTG que llegaban semanalmente al kiosco (¿quizá de Salvat?) explicando conceptos un poco más avanzados, y un año más tardé descubrí que en una de mis actividades extraescolares había otro grupo que también jugaba a esto y eran algo más entendidos del tema.
Me llevaron a una tienda local donde vendían cartas individuales para que pudiese comprar las que le venían bien a mi mazo, y me animaron a participar en torneos semanales. El resto es historia, como te puedes imaginar. Siento dar la tabarra con mi vida, y te agradezco mucho que hayas dedicado unos minutos a leer acerca de ella. El caso es que en mi experiencia, aprender a jugar a Magic fue un proceso lento, heterogéneo y muy personal. Alguien te enseñaba el juego.
Volviendo a MTG x Avatar, lo que me he encontrado en la nueva caja de iniciación es muy distinto a aquello. Mucho más autosuficiente. Esto viene con dos tableros de cartón que hacen las veces de tapete, dos mazos equilibrados con una identidad de color perfectamente definida y manuales para cada uno de ellos. Hasta vienen ordenados para hacer una partida de tutorial sin tener que barajar.
Y también hay una guía de juego en la que te explican el flujo de las fases del turno, así como un glosario de habilidades y conceptos de lo más completo para empezar a jugar. Te explican cómo anunciar o comunicar tus intenciones al contrario, qué diferencia hay entre tierra y maná, qué implica resolver o hacer objetivo a algo, cómo se responde a las acciones de tu oponente o qué diferencia hay entre un counter (contador) para permanentes y un counter (contrarrestar) para hechizos. Sí, también te hablan sobre el funcionamiento de la pila.
Quizá no suene a la gran cosa sobre el papel, pero para alguien como yo, que pasó mucho tiempo descubriendo poco a poco las muchas capas de profundidad de MTG, esto es enorme. No me malinterpretes, estoy contento con mi infancia. Hice amigos a través del juego, y participé en muchas cosas que antes eran alienígenas para mí. Pero al mismo tiempo, siento cierta envidia de lo que los novatos de ahora tienen a su alcance. Es normal, vaya: es un hobby mucho más grande.
El producto en sí está muy bien organizado, también. Viene con un cajón organizador para guardar diez lotes de veinte cartas cada uno, cada uno de ellos con su propio color y temática; que se pueden jugar en solitario o mezclando varios de ellos.
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