Pocos iconos representan mejor los años 80 que el Coche Fantástico. Ese Pontiac Firebird negro surcando el desierto a toda velocidad, con su voz metálica y su amigable y mordaz inteligencia artificial, nos hizo soñar con coches parlantes y aventuras imposibles a toda una generación. Michael Knight y KITT se convirtieron en un dúo inseparable que marcó la infancia y adolescencia de millones de espectadores. Sin embargo, tras el final de la serie original, la idea de revitalizar la franquicia parecía irresistible para los productores. ¿El resultado? Una nueva versión del coche en la película Knight Rider 2000, que llegó con sorpresas, pero no todas buenas.
Knight Rider 2000 y el nacimiento del K.I.F.T.
La película Knight Rider 2000, estrenada en 1991, fue un intento de traer de vuelta el mundo de Michael Knight con un enfoque más futurista. La historia se situaba en un futuro cercano, el año 2000, con una San Antonio ficticia donde las armas de fuego habían sido prohibidas y la criminalidad era controlada mediante pistolas de microondas y prisiones criogénicas. Para enfrentarse a esta nueva ola de delincuencia, la Fundación para la Ley y el Orden (FLAG) desarrolló el Knight Industries Four Thousand, más conocido como K.I.F.T., un supercoche basado en el concepto del Pontiac Banshee IV y diseñado por Russell Maddock.
El objetivo era claro: reemplazar a KITT con una máquina más avanzada, capaz de interactuar con el mundo y ofrecer nuevas herramientas para la lucha contra el crimen. Spoiler: sale mal. K.I.F.T. contaba con un sistema de realidad virtual en el parabrisas, armas de microondas ofensivas y no letales, modo anfibio para desplazarse por el agua, y sistemas de reconocimiento de voz y aroma. A simple vista, parecía el siguiente paso lógico en la evolución del Coche Fantástico, pero no gustó a los espectadores.
Mira Micahel ahí todo sonriente, como si de verdad le gustara esa versión del Coche Fantástico
La versión roja que nadie pidió
Sin embargo, K.I.F.T. tenía un detalle que pronto haría que los fans torcieran el morro: su color. La decisión de pintar el coche de rojo en lugar del clásico negro fue un intento de Universal por diferenciarlo de KITT y, según algunos informes, para "apelar más al público femenino", dado que Shawn McCormick, la nueva protagonista, tomaba el relevo de Michael Knight. Pero el resultado no fue el esperado.
La decisión de pintar el coche de rojo en lugar del clásico negro fue un intento de Universal por diferenciarlo de KITT
El coche rojo no evocaba la misma sensación de poder y misterio que su predecesor. Muchos fans lo consideraron un sacrilegio, y la prensa especializada criticó la decisión de alejarse del icónico color negro que había hecho de KITT un mito de la televisión. Además, la película en sí, aunque bien recibida en los videoclubs, no logró generar el entusiasmo necesario para revitalizar la franquicia de manera sostenida.
K.I.F.T. contaba con una impresionante lista de gadgets: visualización VR en todo el parabrisas, microndas estallantes, escáneres infrarrojos y simulación de voces. Mejor que el MG que se acaba de comprar tu cuñado. Técnicamente era superior a KITT, pero su exceso de tecnología y su diseño menos carismático generaron un efecto contrario. El público echaba de menos la elegancia y la simplicidad del Firebird negro original, y la conexión emocional con el personaje artificial no se replicaba con la misma fuerza.
Recuperando el negro: la evolución hacia el Knight 3000
Tras la experiencia de Knight Rider 2000, el proyecto de revitalización no se abandonó del todo. Años más tarde, en la versión de 2008, el Coche Fantástico regresó con un nuevo diseño: el Knight Industries Three Thousand (K.I.T.T. 3000), un Ford Mustang GT500KR con nanotecnología, capacidad de transformación en distintos vehículos y un sistema defensivo y ofensivo impresionante. Esta versión recuperó el negro como color principal, un guiño a la nostalgia y a los fans que habían sentido decepción con K.I.F.T. Tampoco enamoró a nadie.
El K.I.T.T. 3000 no solo volvía al negro, sino que incorporaba todas las mejoras que la ciencia ficción podía ofrecer: regeneración de nano-piel, modos de ataque avanzados, proyectores de hologramas y hasta armas integradas. Con todo, no fue suficiente. Esta vez, la apuesta era más arriesgada técnicamente, pero el color y la identidad visual ayudaron a restablecer la conexión emocional con el público. La lección estaba clara: el color no es solo un detalle estético, es parte de la personalidad de KITT.
La historia de K.I.F.T. es un ejemplo claro de cómo un cambio, por muy lógico o futurista que parezca, puede no convencer a los fans por mucho que alguien decida que es un productor destinado al éxito. La versión roja del Coche Fantástico demostró que la nostalgia y la identidad visual son elementos fundamentales cuando se trata de reinventar un mito televisivo. Y es que todos samos que el negro no es un color, "es una actitud", y en este caso era la esencia de KITT, y su recuperación en versiones posteriores fue crucial para mantener viva la leyenda de uno de los coches más emblemáticos de la televisión.
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