El origen de "los Estados Unidos Americanos" no está en Washington, está en Málaga

En nuestra memoria, los Estados Unidos nacieron de las plumas de Jefferson, Franklin y Washington, pero lo que narra la historia es completamente distinto. No sólo España fue clave en la lucha entre aquellos líderes colonos y los casacas rojas de la Gran Bretaña que motivaron la Declaración de Independencia del 4 de julio de 1776, es que hasta el nombre de Estados Unidos de América tiene nuestro sello. En concreto, la del malagueño Luis de Unzaga y Amézaga. 

Lo que demuestran las investigaciones recientes realizadas por historiadores es que, por aquél entonces, George Washington y sus allegados daban a conocer su rebeldía bajo el término "Colonias Unidas". Fue el propio Luis de Unzaga el que, sirviendo de pilar fundamental para una revolución que se habría acabado antes de tiempo sin su ayuda, estableció por primera vez el concepto de los Estados Unidos Americanos que luego Washington se apropió.

El malagueño que bautizó a los Estados Unidos

El tema es que, mucho antes de que aquella Declaración de Independencia se firmara, Unzuga se saltó a la torera las órdenes de diplomacia que llegaban desde Europa tratando a los rebeldes como a una potencia más. Como gobernador de Luisiana, el español sabía que si los británicos aplastaban a Washington, luego irían a por el control de su territorio, que llegaba desde el Golfo de México hasta Canadá. Para evitarlo, permitió el libre comercio en el Misisipi y utilizó el río como fuente de pólvora, suministros y grandes préstamos a los rebeldes. 

Sin esa ayuda, la revuelta se habría terminado muy pronto, pero además de eso Unzuga legitimó el poder de Washington con una carta. En ella, lejos de utilizar la idea de las 12 Colonias Unidas que utilizaba él, optó por reconocerlo como el "General de los Estados Unidos Americanos". El concepto, que no aparece en ningún otro documento de la época, gustó tanto a Washington que empezó a utilizarlo.

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Aquella idea no sólo motivó al general estadounidense, contento por ser reconocido por la autoridad del Imperio Español, también cambió el planteamiento con el que había empezado aquella batalla por la libertad. Ya no eran colonias separadas que debían colaborar entre sí, eran estados con todas las de la ley, y debían permanecer unidos hasta el fin para alcanzar su objetivo. 

Desde ese momento, ordenó a su ayudante Joseph Reed que adoptara la idea de inmediato en todas sus cartas y órdenes oficiales. Un empujón que, sumado a las toneladas de pólvora, medicinas y créditos personales de hasta 9.000 libras de la época, permitieron a los rebeldes plantar cara a la Gran Bretaña hasta llegar a la independencia que todos conocemos. Todo eso, en gran parte, nace de una Málaga a la que la historia ha olvidado casi por completo. 

Imagen | Gemini

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