Cada año, un nuevo problema en Can Barça. En esta ocasión, además de que el Camp Nou prosigue en obras, está el tema de Marc-André Ter Stegen. El capitán del equipo blaugrana, que ya se perdió varios meses de competición durante la pasada temporada, ha pasado por el quirófano para volver a tratar su maltrecha espalda y estará fuera de juego. Y la batalla entre jugador y club por el tiempo de baja está siendo muy cruenta, ya que el Barcelona necesita que sean más de cuatro meses para que LaLiga le permita usar parte de su salario en inscribir a sus nuevos fichajes.
El portero alemán primero lanzó un comunicado hablando de tres meses de baja antes incluso de operarse, en un claro pulso con Joan Laporta y el resto de la directiva barcelonista, para ahora tras pasar por el quirófano negarse a firmar el informe definitivo que ha de ser mandado a LaLiga para concederle ese beneficio al equipo. La negativa, al menos desde el punto de vista del jugador, está amparada en el derecho a la privacidad, y en una parte además muy protegida en nuestra sociedad, como es la privacidad sanitaria.
La protección de datos, especialmente los que tienen que ver con la salud de un paciente, es uno de los derechos más valorados. La Agencia Española de Protección de Datos recoge en su web que este tipo de datos son "especialmente protegidos" y que "su tratamiento está prohibido" salvo unas circunstancias particulares como el consentimiento del interesado, para proteger sus intereses vitales, en el caso de necesidad de tribunales de justicia o por razones de interés público dentro de la salud pública, por ejemplo.
Para el Barcelona esto será una lucha entre el derecho laboral y el de la protección de datos que no parece tener una fácil solución, pero el caso es que Ter Stegen no es la primera persona en darse de bruces con este asunto. Según recoge la profesora de derecho y antropóloga Khiara M. Bridges en su libro "La pobreza del derecho a la privacidad", un colectivo especialmente vulnerable a este hecho son las mujeres pobres de Estados Unidos, especialmente las que son madres.
Según cuenta esta reputada académica, la visión de la mujer pobre en la sociedad norteamericana hace que el gobierno y los juzgados le quiten derechos fundamentales a este colectivo, especialmente en el ámbito de la privacidad sanitaria, familiar y reproductiva. Medicaid, el sistema público de salud estadounidense para personas con bajos ingresos, pedía multitud de información sanitaria y relativa al embarazo antes de cubrir las necesidades de dichas mujeres. La autora también comenta la diferencia de trato a la hora de acceder a un aborto dependiendo de la riqueza de la madre.
Salario de Ter Stegen estimado por Capology.
Foto de EKSRX para openverse.
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