Se ve como un juego cutre e, irónicamente, es lo mejor que puedo decir de este fiasco de ciencia ficción de un director que a todos nos gustaba

Pese a que películas como Distrito 9, Elysium y Chappie me gustaron bastante, reconozco que no fue hasta hace unos días que me atreví con el último film de ciencia ficción estrenado por su director, Neill Blomkamp. El motivo es más que evidente: Demonic espantó a (casi) todos los que la vieron. Las reseñas la masacraron, tachándola de lenta, incoherente y de no generar ni una pizca de miedo, algo bastante reprochable siendo este, en teoría, un thriller de terror. Sin embargo, siempre busco el lado positivo de estos filmes y hubo un detalle que me llamó poderosamente la atención: la inclusión de escenas con una estética de videojuego, de uno no muy bueno para ser un poco más concreto.

Demonic (En la mente del demonio, 2021), actualmente disponible en Filmin, narra la historia de una joven que participa en un experimento de vanguardia para acceder a la mente de su madre en coma, una asesina en serie convicta. El objetivo es comunicarse con ella y obtener respuestas sobre sus crímenes. Por supuesto, como cabe esperar en una cinta de esta naturaleza, las cosas no salen según lo previsto: la protagonista despierta, en su lugar, los demonios del pasado de su madre y de ella misma de una manera totalmente sobrenatural, desatando fuerzas demoníacas. Es decir, esta es una historias de posesiones y ¿exorcismos? con un toque sci-fi, que es lo que a mí me hace verla. En una crítica me la llegaron vender como una mezcla de Assassin's Creed (la película) y El Exorcista.

Pero la verdad es que, a pesar de su premisa original (aunque la idea de meterse en la mente de criminales no es que sea ya novedosa), la cinta me aburrió lo que se dice bastante. No supo sacarle todo el jugo a las ideas planteadas en su guion, quizás también debido a un escasísimo presupuesto. No obstante, la tecnología experimental antes mencionada sí tuvo un amplio espacio en el metraje y es de ella, concretamente de cómo se nos muestra en pantalla, de la que os quiero hablar en este tema porque creo que es el gran atractivo del film.

Usando la captura volumétrica a nivel cinematográfico

La jugada le salió mal a Blomkamp de cara al espectador, pero el concepto me pareció sumamente interesante. Os explico: para las escenas que transcurren dentro de la mente de la madre de la protagonista, el director sudafricano recurrió a una herramienta de captura volumétrica, una tecnología que permite capturar actuaciones humanas en tiempo real para trasladarlas a mundos virtuales con un resultado que, en este caso, nos hizo viajar a un paraje onírico digitalizado, tosco, de baja resolución, que evoca directamente las cinemáticas o incluso el gameplay de un videojuego de principios de los 2000, o de títulos más low-cost.

Sin embargo, es precisamente en esa aparente "cutrez" donde reside una de las pocas chispas de genialidad de la cinta. Blomkamp perfectamente podría haber optado por simplemente jugar un poco con la fotografía de estas escenas para darnos un aspecto más de ensoñación, de estar en la mente de alguien como se nos indica. También podría haber ambientado estas secuencias en espacios de fondo blanco. Pero el cineasta quiso reforzar la premisa de que estamos dentro de una simulación metiéndonos en un escenario de polígonos y texturas básicas, intensificando la sensación de claustrofobia y la extrañeza del entorno. 

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Así justificó el director su uso y su ejecución un tanto ¿cutre? "El problema obvio e inmediato es que esta tecnología presenta fallos, ya que es una muy reciente. Entonces, me di cuenta de que tendría que incorporarla narrativamente a la historia, justificándola de modo que la tecnología fuese un prototipo en la trama. Y eso fue lo que hice. Opté por integrarla en la historia de una forma que es, de hecho, fundamental. Así, no habría inconvenientes con los problemas de resolución o los fallos que podrían desconcertar a la audiencia si intentáramos presentarlo como efectos visuales normales" (vía Befores & Afters).

Pero como os decía antes, ni eso fue bien valorado por la crítica. La estética de Demonic (En la mente del demonio, 2021) fue duramente vilimpediada por los medios y la audiencia, aunque quizás palideció con el resto de elementos más vapuleados del largometraje. Sea como fuere, todo este tema de la simulación hizo que mi visionado del film no fuera en vano y hoy os dejo este tema. Solo queda esperar que Blomkamp, Gran Turismo aparte, sea capaz de dejarnos alguna nueva obra maestra de la ciencia ficción en los próximos años.

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