José A. Mateo Albuerne
Jefe de ActualidadEl running ha dejado de ser una moda para convertirse en un estilo de vida. Siempre se ha corrido, de hecho las maratones provienen de la Antigua Grecia, pero parece que desde el advenimiento de las redes sociales se ha producido un boom en número de participantes en pruebas de todo tipo alrededor del globo. De hecho los datos nos dicen que el pasado año este número creció en torno a un 39%.
Pero a pesar de ser un grupo cada vez más numeroso, hay pequeñas informaciones que parecen compartirse sólo de puertas para dentro. Al menos eso es lo que podemos considerar si atendemos al artículo científico publicado en el Scandinavian Journal of Gastroenterology hace ya unos cuantos años, en octubre de 2008. En él, los autores analizan la prevalencia, los factores de riesgo y el momento de aparición de molestias gastrointestinales durante y después de una carrera de larga distancia.
La metodología fue contactar a más de 2000 corredores, de los cuales más de 1200 respondieron a un cuestionario. Además de recoger datos como sexo, edad, distancia recorrida, ingestas de líquidos y sólidos, se aplicaron análisis como regresión logística o chi cuadrado para sacar conclusiones sobre la correlación entre correr largas distancias y los problemas estomacales.
El 98% de los atletas terminaron la carrera, y sólo tres de ellos abandonaron a causa de problemas intestinales. Sin embargo, el 45% de ellos tuvieron al menos un problema relacionado con el tracto digestivo, con el 11% sufriendo un problema grave de este tipo. Además un pequeño número, el 2.7% de los corredores, tuvieron problemas gastrointestinales durante las 24 horas posteriores a la carrera.
Según se cuenta, la mayor cantidad de sangre bombeada a músculos y sistema respiratorio durante las carreras para satisfacer las demandas del cuerpo, puede terminar implicando episodios de isquemias intestinales. Estas afecciones ocurren cuando la sangre que llega a los intestinos baja dramáticamente o incluso se detiene, pueden ser graves, y serían los desencadenantes del malestar digestivo de los runners. Además, se observó correlación entre la aparición de estos problemas y una menor experiencia, una edad más temprana y estar menos habituados a hidratarse.
Foto de Jenny Hill en Unsplash
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