Rubén Márquez
Editor - TriviaEs difícil ponerle precio a ciertos objetos históricos. Por lo que significan a un nivel más allá de lo material, por lo que supusieron en su momento y, sobre todo, porque lo de cambiar euros actuales por monedas de una región concreta de la Edad Media es especialmente complicado. Más aún si, además, en la ecuación entra un objeto tan mítico como la espada Excalibur de las leyendas artúricas. Un emblema de Inglaterra frente al que ni siquiera los historiadores se ponen de acuerdo en su autenticidad o rigor.
En cualquier caso, la leyenda la conocemos todos. La espada en la piedra, la dama del lago, la Mesa Redonda… Es un símbolo de un valor casi incalculable. Y afortunadamente para el devenir de este texto, en ese "casi" hay un resquicio por el que estamos a punto de colarnos por una sencilla razón: Ricardo Corazón de León no sólo afirmaba estar en poder de la espada Excalibur, también la intercambió por un valor que, esta vez sí, es calculable.
La Excalibur de Ricardo Corazón de León
Con la leyenda sobre la espada Excalibur clara, y un buen puñado de libros, películas y series que se han encargado de adornarla y matizarla con el paso de los años, llegados a este punto toca regirse por lo que dicen los libros de historia. Los mismos que ni siquiera tienen la certeza de que en algún punto llegase a existir la espada y que, sin embargo, nos ponen en bandeja de plata un hilo del que tirar.
La historia más reciente de Excalibur, la que sí ha podido ser estudiada por arqueólogos e historiadores, nos traslada hasta el año 1190, cuando Ricardo Corazón de León parte rumbo a la actual Israel para luchar contra Saladino y hacerse con Tierra Santa en la Tercera Cruzada. Lo hace cargado de tropas, caballos, armas y provisiones, pero al pasar por Sicilia el mal tiempo acaba con la expedición.
Los barcos terminan separados y el mar se cobra varios naufragios, por lo que buena parte de su expedición desaparece y se ve obligado a tomar tierra en Sicilia. Allí le espera otro culebrón aún mayor que el vivido en alta mar. Como si de una película de domingo por la tarde se tratase, el rey Guillermo II ha muerto sin dejar descendencia, así que su primo Tancredo se ha hecho con el trono y, para evitarse problemas, ha encerrado a su viuda, Juana, en un palacio cercano. Por si el dramón fuera poco, Juana es hermana de Ricardo y Tancredo se niega a entregarla. Ni a ella ni al cuantioso tesoro que debería haber heredado.
Así que ni corto ni perezoso, Ricardo Corazón de León, que para entonces no está para muchas tonterías, toma el control de Mesina con un saqueo que deja a la ciudad temblando y alza su bandera en la isla. Tancredo, consciente de hasta qué punto meterse en ese follón con uno de los reyes más poderosos de Europa no es la mejor de las ideas, decide ponerse a negociar para llegar a un acuerdo. Ricardo quiere a su hermana, parte de la herencia, y necesita barcos para seguir con la épica de las Cruzadas. Tancredo, en cambio, no puede evitar quedarse embobado con la espada que lleva el rey.
El precio de la mítica Excalibur
Tal y como relatan las crónicas de la época, Tancredo aceptó llegar a un acuerdo. Él se quedaría con "la mejor de las espadas, la que los britanos llaman Caliburn", y a cambio Ricardo conseguiría liberar a su hermana, una cantidad de oro que no ha trascendido y, lo realmente importante aquí: 4 transportes y 15 galeras.
Los transportes hacen referencia a los grandes barcos de carga de la época. Naves lentas, de vela, pero capaces de trasladar ingentes cantidades de soldados, caballos y provisiones. Los transportes se contraponían a las galeras por ser estos últimos una medida completamente opuesta. Barcos más rápidos y fáciles de mover en plena batalla, de lo más útiles para acercarse rápidamente a tierra mientras desplegaban las tropas de élite que se encargarían de proteger posiciones hasta que sus hermanos mayores pudieran desembarcar a la caballería.
Aunque desconocemos qué precio le pondría Ricardo Corazón de León a su hermana en un trueque, y tampoco cuánto oro se llevó de Sicilia, sí sabemos lo que costaban aquellos 4 transportes y 15 galeras. Los grandes barcos de la Inglaterra Medieval a finales del siglo XII se movían entre las 50 y las 100 libras de la época, mientras que las galeras estaban entre las 20 y las 40 libras.
Para que os hagáis una idea del coste detrás de todos esos barcos en ese momento, esas 40 libras es lo que cobraba en todo un año un caballero medieval del más alto rango en la corte de la época. Para un trabajador cualquiera, en cambio, su sueldo con suerte llegaba a las 2 libras anuales.
Ahora toca la voltereta con salto mortal hacia atrás. La de trasladar ese mismo margen a euros. Si un trabajador de clase baja cobra hoy alrededor de 15.000 euros al año, podríamos decir que 1 libra medieval de aquella época equivaldría hoy a unos 7.500 euros. A 100 libras cada transporte, y sobre unas 40 libras por cada galera, esas 900 libras medievales equivaldrían hoy a unos 7 millones y medio de euros. Sumadle lo que queráis por Juana y por el oro, y ahí tenéis el precio de Excalibur.
La historia, bien documentada por los cronistas de la época y validada por historiadores actuales, es incapaz de certificar si aquella Excalibur era real o no, pero sí que Ricardo fue criticado por haber entregado un bien tan preciado para los ingleses. El rey decidió que, entre la necesidad y el símbolo, lo importante era ser pragmático, y decirle que no a 7 millones y medio de euros, ya sea en la Edad Media o en la actual, nunca es una decisión fácil.
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