Disney tenía una secuela de 101 Dálmatas con una guerra nuclear y superpoderes. No se atrevió a hacerla

Disney tenía una secuela de 101 Dálmatas con una guerra nuclear y superpoderes. No se atrevió a hacerla

  • La secuela original de 101 Dálmatas se llama The Starligh Barking

  • La continuación del cuento infantil tiene poco que ver con lo que nos contó Disney

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Pongo Dalmata
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Rubén Márquez

Editor - Trivia
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Rubén Márquez

Editor - Trivia

En nuestra memoria, la trama de 101 Dálmatas está muy clara. Están los dálmatas Pongo y Perdita, la camada de 15 cachorros, el secuestro de Cruella y el rescate de otros 84 cachorros que terminan dando forma a esa alta cifra. Reconozco ser de los que tiene grabado a fuego en la memoria que nacieron 99 ya desde el principio, pero es un efecto Mandela y, en cualquier caso, lo que nos interesa aquí es cómo Disney modificó no sólo la película original, sino también la secuela al completo. 

Escrita por por Dodie Smith, la aventura original del cuento infantil no tenía a Perdita como protagonista, sino como una perra abandonada adicional que ayudaba a amamantar a los cachorros a Missis, la madre canónica de los libros. Pero pese a las licencias que se tomaron para adaptar la obra y hacerla más entendible entre los niños, la historia no está ni de lejos tan tergiversada como en la secuela. 

The Starligh Barking, la auténtica secuela de 101 Dálmatas

La continuación de 101 Dálmatas por Dodie Smith no tenía nada que ver con la aventura de Patch al quedarse sólo en Londres y conocer a su héroe de televisión que vimos en la cinta de animación. Y tampoco con la trama de Cruella saliendo de la cárcel tras someterse a una terapia de conducta que se va al traste tras enfrentarse a las campanadas del Big Ben que vimos en la cinta protagonizada por Glen Close. 

Titulado The Starlight Barking, el libro que continuaba la historia original arranca con la familia de 101 Dálmatas convertida en un fenómeno que les ha catapultado a la fama, ahí vamos a la par, pero con un evento catastrófico que difiere mucho de lo que vimos en las películas. Un día, tras despertarse Pongo y su esposa Missis, descubren que todos los seres vivos de la Tierra se han quedado en pausa. 

Los humanos duermen y los perros son incapaces de despertarlos, los pájaros se han quedado congelados en el aire, y lo que antes eran ciudades vivas llenas de coches, ahora son un panorama desolador en el que el tiempo parece haberse detenido por completo. Si la situación ya es de por sí inusual, los perros pronto descubren que algo en ellos también ha cambiado. 

De la noche a la mañana, todos los canes del planeta han evolucionado. No sólo el hambre y la sed han desaparecido por completo de sus necesidades vitales, además cuentan con superpoderes que les permiten abrir puertas con la mente, comunicarse entre ellos desde kilómetros de distancia gracias a la telepatía, y pueden viajar de un punto a otro flotando a velocidades supersónicas como si fueran superhéroes voladores. Pero aunque parezca mentira, todo eso está lejos de ser lo más extraño que plantea el libro. 

El dilema psicodélico de la guerra nuclear

Tras crear un gobierno de emergencia para hacer frente a la situación, uno en el que los perros del presidente y los ministros de Londres encabezan el gabinete de crisis, el punto álgido del libro explica que todo lo ocurrido ha sido obra de Sirio, un perro divino procedente de más allá de la Tierra que se presenta ante ellos para plantearles una elección. 

Sirio les cuenta que procede de la Estrella del Perro, un mundo utópico en el que los perros podrán vivir felices para siempre sin tener que preocuparse de una amenaza inminente. La deidad intergaláctica les asegura que la estupidez humana está a punto de llevarles a la ruina por una guerra nuclear que acabará con todo, ellos incluidos, y que la única forma de salvarse pasa por abandonar a sus mascotas humanas de una vez por todas y poner rumbo hacia las estrellas. 

Ante esa situación, tienen dos opciones: abandonar para siempre la Tierra y viajar a la Estrella del Perro para vivir la vida que se merecen o, por contra, despertarse habiendo olvidado todo lo que les acaba de contar, perdiendo sus poderes, y perder la vida en la destrucción mutua de la humanidad a base de bombas nucleares lanzadas entre unos países y otros. Tras un intenso debate telepático, Pongo decide que los perros deben quedarse porque, pese a ser imperfectos y autodestructivos, ellos aman a sus humanos. 

Terminando con esa decisión y volviendo a la normalidad sin recordar nada de lo ocurrido, The Starlight Barking dista mucho de la épica infantil que Disney insufló a sus películas. Asediada por las preocupaciones de la época, desde los viajes espaciales hasta la Guerra Fría y la amenaza de un invierno nuclear, Dodie Smith optó por una trama mucho más filosófica para sus famosos perros. Una que la gran factoría de animación ignoró por completo por considerarla demasiado dura y existencialista para una película para niños. 

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