¿Te acuerdas de cuando Hollywood quiso convertir a Christian Slater en héroe de acción? Fue una mala idea

Me hizo mucha gracia verte hace poco en mi querida (y caceladísima) serie de Willow, y debo decir que Amor a quemarropa (True Romance) es una de mis pelis favoritas de los 90. Christian Slater es un actor que me cae bien… pero como héroe de acción me resulta poco convincente. Estoy bastante seguro de que no soy el único en pensar lo mismo. Y, sin embargo, durante años Hollywood se empeñó en todo lo contrario.

Un chico malo que Hollywood adoraba

Christian Slater se convirtió en un rostro familiar a finales de los 80 gracias a su papel en Escuela de jóvenes asesinos (Heathers, 1989), donde interpretaba a Jason “J.D." Dean, un estudiante aparentemente frívolo pero verdaderamente perturbador. Según El País, su energía rebelde, su sarcasmo y esa chispa de descontrol recuerdan a un joven Jack Nicholson, una comparación que él mismo reconoció y que parece haber marcado parte de su identidad pública. No sé si yo diría tanto, pero reconozco que Slater sí que tiene cierto carisma como tipo normal con un toque especial, de la misma manera que actorazos de la categoría de Tom Hanks y Jack Lemmon destacaron interpretando a gente corriendo de una manera extraordinaria.

Ese mismo magnetismo le valió papeles en películas icónicas de los 90, como Suban el Volúmen, la mencionada Amor a quemarropa y, claro, su participación en la epopeya de aventuras Robin Hood: Príncipe de los Ladrones (1991), donde encarnó a Will Scarlett. Con el éxito masivo de esta última superproducción, más de 390 millones de dólares recaudados y acompañando a un Kevin Costner en la cima de su popularidad cinematográfica, Slater ya no era solo el gamberro de culto: tenía el estatus y el nombre necesario para que los grandes estudios apostasen por él. El problema es que lo hicieron como estrella de acción.

Broken Arrow

La era del héroe de acción: Broken Arrow y Hard Rain

Fue en el corazón de los 90 cuando Hollywood decidió lanzar a Slater al terreno de los blockbusters de acción, algo que algunos productores interpretaron como la gran oportunidad de crear un nuevo icono del género. Le pusieron al lado de pesos pesados como John Travolta en Broken Arrow: Alarma Nuclear (1996), dirigida por el siempre balístico John Woo. En ese film, Slater interpretaba al capitán Riley Hale, un piloto que se ve envuelto en el robo de armas nucleares. La Peli funcionó regulinchi en taquilla, alrededor de 150 millones de dólares, y las críticas fueron algo tibias. No llegó ni de lejos a convertirse en un clásico del género, y Travolta a parte, la verdad es que me Slater resulta convincente como actor. Y eso es problema, claro, porque en una peli tan pirotécnica y con un coprotagonista tan pasado de vuelta a nivel interpretativo como Travolta, Slater está completamente fuera de tono simplemente por resultar un personaje realista. 

Hard Rain

Luego vino Hard Rain (1998), un thriller que mezclaba acción, robo y catástrofe. Slater interpretaba a Tom, un guardia de seguridad que debe proteger un furgón blindado durante una inundación histórica, mientras una banda liderada por Morgan Freeman intenta dar el golpe. Aquí todo el mundo está exagerado; Slater, Freeman… Incluso la actriz de Las Chicas de Oro. De nuevo, la apuesta no funcionó como se esperaba: el presupuesto de alrededor de 70 millones no se recuperó, ya que la cinta recaudó menos de 20 millones en EE.UU.,  y sus reseñas fueron en general desfavorables. Hard Rain pasó sin pena ni gloria, pese a que la idea es tremendamente interesante…. Aunque nadie pareció tomársela en serio.

Son dos ejemplos de la ambición de convertir a Slater en un héroe de acción, que tal vez tenía cierta lógica desde el punto de vista de los estudios, pero que los espectadores creo que no supimos entender. En los 90 dominaban los thrillers de alto riesgo y las superproducciones adolescentes, y Slater era joven, carismático, con esa chispa sarcástica distinta a los héroes musculosos de siempre. Pero Slater no era ni Bruce Willis, ni Arnold Schwarzenegger, que en aquellos años se merendaban el género y la taquilla.

También hay que tener en cuenta su vida personal: Slater luchaba con adicciones, problemas legales y una inseguridad interior que moldeó su identidad pública. Esa parte autodestructiva y vulnerable, era precisamente lo que le hacía tan interesante en papeles más íntimos, pero chocaba con la imagen unívoca de un héroe de acción clásico.

Imagen de la serie de Willow

El legado de un fracaso (sano)

Aunque su etapa como héroe de acción no funcionó del todo, no significa que esos años fueran un error total. Más bien, fue un experimento ambicioso y valiente por parte de Slater, que pudo ver claramente que brillaba más cuando jugaba con el lado oscuro, el sarcasmo o el drama, que cuando debía ser el tipo duro que salva el mundo pegando brincos de aquí para allá mientras explotan cosas de fondo.

En 3D Juegos

"Era casi como si Sean Connery, un Bond, fuera a matarme". Siempre tuvo fama de gruñón, y el equipo de Indiana Jones lo comprobó de primera mano

Para los que veíamos sus películas en los 90, esa etapa es algo nostálgica: un momento en el que Hollywood apostó por su irreverencia, pero al mismo tiempo intentó encajonar en un molde que no le ajustaba en absoluto. Porque a veces lo que más nos gusta de alguien es precisamente lo que lo hace incompatible con las reglas de los héroes clásicos, pero eso no quiere decir que fuera algo que tuviera que funcionar con Slater.

En 3DJuegos | "No es buena persona". El thriller de acción que supuso el fin de la carrera de Steven Seagal en Hollywood

En 3DJuegos | Creó una de las criaturas más terroríficas del cine, casi se muere en el proceso y para colmo, su propia creación acabó provocándole pesadillas

En 3DJuegos | Es una gran película sobre la guerra fría, pero es también la incomprendida secuela de la mejor película de ciencia ficción de la historia