Chema Mansilla
Editor - Cine y TVCon el estreno del nuevo tráiler de Avatar: Fuego y Ceniza, la tercera entrega de la saga dirigida por James Cameron, es fácil coincidir con la idea de que esta es una película hecha para ver en el cine. Un trascendente espectáculo visual al que que todo lo que no sea una pantalla de cine se queda pequeño. Sin embargo, al mismo tiempo, nos hemos dado cuenta de que muchos estrenos recientes, a pesar de su abultado presupuesto y ser auténticos pelotazos hollywoodienses, a nivel visual sus efectos especiales dejan mucho que desear. Pero mucho, mucho. Y no, no es cosa nuestra, sabemos que tú también lo piensas: es una realidad y hay varios motivos.
Cambios estructurales y presiones económicas
La industria cinematográfica ha vivido transformaciones profundas en los últimos años. Tras las huelgas de guionistas y actores de 2023–2024, muchas producciones se vieron obligadas a recortar presupuestos Business Insider señala que esto ha generado un efecto dominó sobre todos los departamentos de producción, especialmente el de efectos visuales. La adopción acelerada de inteligencia artificial en la posproducción está empezando a reemplazar equipos completos de maquillaje, sonido y construcción de escenarios, alterando los calendarios y la calidad de entrega de muchas secuencias digitales.
Según Rassoul Edji, veterano artista de VFX, en Medium, los cambios constantes en instrucciones de rodaje y la falta de planificación sólida han convertido la fase de posproducción en una auténtica carrera contra el reloj. Las modificaciones de último minuto obligan a los equipos digitales a rehacer secuencias completas con muy poco tiempo, generando errores visibles y calidad desigual en casi todos los estrenos de gran presupuesto. Esto explica por qué incluso películas con presupuestos millonarios como Fast X o The Flash presentan fallos de iluminación, texturas poco convincentes o animaciones digitales que rompen la inmersión.
Según Ridley Scott, usar efectos visuales como parche para cubrir problemas no solo inflan el presupuesto, sino que casi nunca garantizan un mejor resultado
Además, según detalla otro interesante artículo de GQ, la presión económica también ha alterado la manera en que los estudios planifican el VFX. Según Ridley Scott, usar efectos visuales como parche para cubrir problemas de rodaje no solo inflan el presupuesto, sino que casi nunca garantizan un mejor resultado final. Scott insiste en que los efectos digitales deben complementar un trabajo sólido en cámara, no sustituirlo. La combinación de recortes de tiempo y dependencia excesiva del VFX ha generado que muchos blockbusters recientes luzcan inconsistentes a nivel visual.
Externalización y estándares globales
Otro factor clave es la creciente externalización de efectos visuales a estudios asiáticos de bajo coste. El informe de Business Research Insights indica que la región Asia-Pacífico está en fuerte crecimiento dentro del mercado global de VFX, ofreciendo tarifas hasta un 30-40 % más bajas que las de los grandes estudios occidentales. Este movimiento permite abaratar costos, pero también puede afectar la integración de texturas, iluminación y animaciones a nivel de detalle exigido por el público occidental. No solo eso, esta tendencia está forzando la mano de los grandes estudios de efectos como ILM, Digital Domain o Weta Digital, y no sería sorprendente que en poco tiempo estos pesos pesados de la industria se vieran forzados a reducir su volúmen de negocio o directamente a cerrar sus puertas.
La búsqueda de eficiencia y reducción de costes ha provocado que muchas producciones recurran a proveedores con procesos de trabajo más estandarizados, lo que genera plazos de entrega extremadamente ajustados. Como consecuencia, incluso películas de gran presupuesto como Ant-Man y la Avispa: Quantumania o Justice League muestran efectos que parecen apresurados o artificiales, restando impacto a secuencias clave, como señala Defector. El mal resultado es evidente a simple vista. Seguro que más de una aficionado, se ha preguntado "¿cómo ha podido llegar esto a la pantalla, es que no lo ha visto nadie antes del estreno?". El caso es que sí que lo han visto, pero no ha habido tiempo ni dinero para hacerlo mejor, simplemente.
Impacto en la percepción y futuro de los blockbusters
El resultado final es que el espectador moderno, cada vez más experto en detectar fallos técnicos, percibe con facilidad texturas de baja calidad, iluminación contradictoria o máscaras digitales mal integradas o un deficiente trabajo de integración lumínica o cromática en las escenas finales. Estas imperfecciones no solo rompen la inmersión, sino que también disminuyen la emoción que se espera de un blockbuster, afectando la experiencia global de franquicias icónicas, algo en lo que coinciden en medios especializados como Variety. Si a los espectadores empieza a darles igual ir al cine para disfrutar de los estrenos como espectáculo, la recaudación será cada vez menos, los presupuestos de futuros proyectos más ajustados, aclarar y repetir. La pescadilla que se muerde la cola.
El impacto de estos problemas no se limita a la calidad visual; también afecta la percepción del público y la confianza en los estudios
El impacto de estos problemas no se limita a la calidad visual; también afecta la percepción del público y la confianza en los estudios. Muchos espectadores ahora son capaces de detectar de inmediato cuando un CGI es poco convincente, desde personajes digitales mal integrados hasta secuencias de acción que desafían la lógica visual. La crítica de Animost y The Artífice coincide en que estos defectos minan la credibilidad de escenas que deberían ser impresionantes, haciendo que títulos como Fast X o Expend4bles se perciban como "demasiado digitales" y poco realistas. Como resultado, la magia que debería aportar el espectáculo visual se diluye, y el público percibe una sensación de artificio constante.
Para que Hollywood recupere su prestigio en efectos visuales, los estudios deben apostar por la planificación rigurosa, asegurar tiempos dignos en posproducción y mantener un equilibrio coherente entre VFX y rodaje práctico. Solo así se podrá devolver al espectador la emoción y el asombro que películas como Avatar: Fuego y Ceniza prometen. Sin embargo, en el horizonte se vislumbra la llegada del uso indiscriminado de la inteligencia artificial en este terreno. Lo que de primeras puede parecer una solución eficiente para generar contenido de manera rápida y económica tiene consecuencias inmediatas en la industria, especialmente para sus trabajadores, que anticipan la pérdida de numerosos puestos de trabajo. Aunque los resultados visuales de estas nuevas tecnologías pueden ser prometedores, habrá que ver hasta qué punto los espectadores los aceptarán como un avance natural del medio, tal y como ocurrió con los primeros CGI, o si los rechazarán no tanto por su eficacia práctica sino por las preocupantes implicaciones éticas y morales que conlleva su uso masivo.
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