Antes del estreno de TRON: Ares hay dos cosas que parecen claras. La primera, que es prácticamente imposible superar la banda sonora que Daft Punk compuso para TRON: Legacy allá por 2010. La otra, que esta nueva entrega levanta pocas expectativas. Pero yo, que soy fan de TRON, de los pocos que debe haber todavía por ahí sueltos, le tenía muchas ganas, a pesar de Jared Leto y del horrible cartel con el que se promociona. Ahora, con la película ya vista, os puedo decir dos cosas: la primera, que efectivamente la banda sonora de Nine Inch Nails es tremendamente potente, pero no tiene la genialidad de la de Daft Punk. La segunda, que lo peor de esta película no es ni Jared Leto ni su cartel.
De vuelta a La Red
TRON: Ares es la tercera entrega de la saga y llega quince años después de Legacy. Dirigida por Joachim Ronning (Piratas del Caribe: La venganza de Salazar), la película se presenta como una secuela directa y, al mismo tiempo, como una especie de reinicio suave del universo digital creado por Steven Lisberger en los años ochenta. Ni se mete a fondo con el primer tema, ni tiene valor suficiente para reinventar nada el el segundo. El guion, firmado por Jesse Wigutow a partir de una historia de David Digilio, nos devuelve al eterno enfrentamiento entre humanos y programas, pero esta vez con un nuevo giro: un programa llamado Ares (interpretado por Jared Leto) que cruza la frontera del mundo digital para llegar al real. Y no podía ser más soso.
El reparto es potente: junto a Leto están Greta Lee, Evan Peters, Jodie Turner-Smith, Hasan Minhaj, Arturo Castro, y mi querida (y muy desaprovechada) Gillian Anderson. Y sí, Jeff Bridges regresa una vez más como Kevin Flynn, el arquitecto del universo TRON. La película comenzó a gestarse en 2017 como un proyecto de reinicio tras varios intentos fallidos de continuar Legacy. Disney llegó incluso a cancelar en 2015 una secuela directa con Garrett Hedlund y Olivia Wilde por culpa del tropiezo comercial de Tomorrowland. Ares rescata parte de aquella historia perdida bajo el título Ascension y, según el propio Lisberger, busca explorar la idea de qué pasaría si la primera forma de vida inteligente que encontrásemos no viniera del espacio, sino de dentro de una máquina creada por nosotros. Una idea brillante que, por desgracia, en el resultado final apenas asoma la cabeza.
Una experiencia visual brillante… pero vacía
TRON: Ares no es un desastre total, ni mucho menos. Es una película espectacular que merece la pena disfrutar en una pantalla grande, con un buen equipo de sonido y el volumen tan alto que te mueva los empastes. Pero también es completamente superficial. Y eso es una pena, porque su punto de partida daba para mucho más.
TRON: Ares parte de una idea brillante que, por desgracia, en el resultado final apenas asoma la cabeza
Ronning y su equipo se esfuerzan por ofrecer una aventura visualmente llamativa y accesible, evitando complicaciones argumentales o filosóficas. El resultado es una película espectacular, sí, pero también intrascendente. Más allá del acabado visual, con la iluminación fosforescente y la imaginería digital que han hecho de TRON un icono estético, Ares no deja huella. Es una cinta de pasar la tarde, de dejarse llevar por los efectos visuales, y poco más. No es difícil imaginar a los ejecutivos de Disney revisando cada línea del guion para asegurarse de que nada resulte demasiado raro, demasiado complejo o demasiado personal. En ese proceso, se pierde gran parte del alma que hizo de TRON una obra de culto.
Tres errores de código
La película arrastra tres problemas fundamentales que la lastran desde el principio. El primero, su desconexión con la mitología de la saga. En su afán por contar algo nuevo, TRON: Ares parece olvidar lo que hacía especial a TRON: ese aire de misterio tecnológico, el juego entre identidad y libertad digital, la sensación de estar asistiendo a algo que rozaba lo metafísico. Aquí, en cambio, todo se reduce a un enfrentamiento creado en un laboratorio de Hollywood entre IA y humanos, y va a lo fácil.
En su afán por contar algo nuevo, TRON: Ares parece olvidar lo que hacía especial a TRON
El segundo problema es que la película resulta tremendamente sosa, insulsa, y cuando no están explotando cosas, hasta aburrida. Me hace pensar que es la película diseñada con mayor atención a un algoritmo que he visto en mucho tiempo. La sensación general es que ya he visto esta peli mil veces, no me cuenta nada nuevo, solo le han puesto la skin de pago del DLC de TRON. Es una pena, porque deja pasar la oportunidad de sacarle jugo a su idea de un enfrentamiento de creaciones digitales que saltan al mundo real: está ahí, pero es prácticamente anecdótico y lo mejor de todo eso ya lo has visto casi por entero en el tráiler.
El tercer problema es consecuencia del segundo: es un película muy mal escrita, con diálogos de lo más soso. Y son tan sosos que los aburren a más no poder. Incluso logran que Jared Leto sea el personaje más carismático de la película. Y eso que es Jared Leto, que no le cae bien a nadie. Mención especial para un histérico Evan Peter que es directamente insoportable en todos y cada uno de los instantes que está en pantalla.
Un festín técnico que merece verse en cine
En el apartado visual y sonoro, TRON: Ares sí cumple con nota. Es una película que pide a gritos ser vista en una sala de cine, especialmente en formatos como IMAX o Dolby Cinema. La fotografía de Jeff Cronenweth y el trabajo de Industrial Light & Magic y otras casas de efectos convierten cada secuencia en un espectáculo de luces y texturas. Hay momentos que dejan con la boca abierta, y en los que ese universo digital vuelve a tener la magia de antaño.
La película está repleta de guiños visuales que los fans sabrán apreciar
La banda sonora, firmada por Nine Inch Nails, es otro punto a favor. Trent Reznor y Atticus Ross se enfrentan a una tarea titánica: suceder a Daft Punk. Lo hacen con dignidad, aunque desde un enfoque completamente distinto. Donde Daft Punk aportó épica y elegancia digital, Reznor y Ross traen algo más espero, más industrial, más ruda. Curiosamente, me he puesto a escuchar la banda sonora según he llegado al ordenador, para escribir esta crítica, y hasta el tema 11 de los 24 que la componen, no he sido capaz de reconocer lo que justo acababa de escuchar en el cine. Por cierto, no entiendo nada el cuelguen que tienen en esta película con Depeche Mode, de verdad que no. Es una tontería mía a lo mejor, pero me ha llamado la atención y no sabía muy bien dónde comentarlo, así que lo dejo aquí.
Como guinda del tremendo nivel de producción, además la película está repleta de guiños visuales que los fans sabrán apreciar. Hay homenajes a Syd Mead y Moebius, los artistas que definieron la estética original, referencias a AKIRA y detalles que conectan directamente con la TRON de 1982.
Entre la nostalgia y la promesa
Por mucho que lo intente, TRON: Ares no logra escapar de la sensación de vacío. Entre secuencias espectaculares, se cuelan escenas de relleno con personajes que no me importan hablando de cosas que no me interesan, tratando de ser graciosos sin conseguirlo. Y lo digo siendo de los fans que defienden a capa y espada TRON: Legacy, porque soy así de valiente. Pero en TRON: Ares la historia avanza sin rumbo, se arrastra por la pantalla pra contar lo que todos sabemos que es inevitable, con menos emoción que una tostada sin mantequilla, como si todo estuviera ahí solo para justificar el despliegue técnico.
Nos queda un espectáculo de luces y sonidos, bonito de ver pero fácil de olvidar
Es una lástima, porque el potencial estaba ahí. El conflicto entre el mundo digital y el real, la idea de una inteligencia artificial que se enfrenta a sus creadores, el regreso de Flynn… Todo eso podría haber dado lugar a una gran historia sobre la tecnología y la identidad. El conflicto con la Inteligencia Artificial en un momento de nuestra historia en el que el impacto de esta en la sociedad y la economía ya se hace notar, y en el que todos vemos que va a ser un punto de inflexión histórico para nuestra civilización. Pero en lugar de eso, nos queda un espectáculo de luces y sonidos, bonito de ver pero fácil de olvidar.
Al menos, Ares deja un pequeño rayo de esperanza. Su escena postcréditos insinúa que la saga podría continuar, que la gran historia aún por contar de la saga TRON aguarda su momento. Los fans sabemos que está ahí, pero parece que a las secuelas les cuesta dar con ella. El mayor problema es que si su futuro depende del éxito de esta película, me temo lo peor. Pero no quiero perder la fe. TRON: Ares se estrena en cines el 10 de octubre de 2025, mientras que TRON y TRON: Legacy están disponibles en Disney+ Si os gusta el espectáculo visual, el sonido atronador y ese toque nostálgico del neón ochentero, merece la pena paga la entrada. END OF LINE.
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