Los últimos mosquitos del año son los peores. Por suerte, su kryptonita para frenar las picaduras es una canción de Skrillex

Vivo muy cerca de un riachuelo, así que pese al encanto de escuchar el agua correr continuamente desde la ventana, los veranos suelen ser duros respecto a los mosquitos en ciertas horas del día. Sobre las 18h de la tarde y hacia las 21h de la noche, por ejemplo, lo de salir al jardín es jugársela muy fuerte. Es por eso que, buscando soluciones para mitigar sus picaduras, hace poco me topé con un sorprendente estudio: uno que viene a constatar que, para aquello de la música amansa a las fieras, también los mosquitos tienen cabida. 

Con la intención de buscar un remedio para frenar las picaduras de mosquitos en zonas especialmente problemáticas por las enfermedades que portan en forma del dengue o el zika, en junio de 2019 se publicaba un singular estudio. La canción Scary Monsters and Nice Sprites de Skrillex había conseguido alterar las conductas de los mosquitos en un entorno controlado. 

Música para amansar mosquitos

Valiéndose de pruebas en laboratorio, los investigadores reprodujeron la canción en jaulas de mosquitos con un animal de sangre caliente. Con ello, descubrieron que los mosquitos retrasaban su ataque, se producían menos visitas hacia el animal y, además, el apareamiento entre los insectos caía notablemente. El experimento parecía indicar que, en base a ciertas señales acústicas que los mosquitos utilizan para localizar a sus fuentes y parejas, les resultaba más difícil sincronizar el vuelo. 

Si bien es cierto que los mosquitos seguían picando lo hacían en una considerable menor medida (4 con música frente a 6 sin ella) y la media de cópulas caía de forma drástica (de 5,18 a 0,90), pero cabe destacar que la prueba era en un entorno controlado y el altavoz que reproducía la canción estaba muy cerca de la jaula. Es por eso que, tras los sorprendentes resultados, otros estudios se sumaron al experimento. 

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Modificando canciones y modulaciones de sonido, la electrónica y el dubstep seguían a la cabeza frente a otras opciones como la música country, reduciendo tanto el número de picaduras y visitas al animal como los intentos de cópula entre mosquitos. En cualquier caso, más que el género, lo importante resultaba ser la amplitud y el rango de frecuencia (306–1.208 Hz y −23 a −20 dBFS). 

Aunque las pruebas en entornos más amplios están por llegar, intentando replicar la acción en campo abierto, con personas, y en situaciones que puedan permitir un uso naturalmente aceptable en un ambiente social, los experimentos si derivaron en otras pruebas que, por ejemplo, sirvieron para utilizar la música para crear trampas de mosquitos invitándolos a seguir el sonido al confundirlos como si fueran una hembra. Ahora queda por ver si, por fin, esta línea de investigación termina ofreciendo una solución definitiva. 

Imagen | Tatsiana en Midjourney

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